Ser una paria colectiva, el logro del régimen, hacernos indeseables en el mundo

“La tarea que debemos proponernos no es sentirnos seguros, sino ser capaces de tolerar la inseguridad.”
Erich From,

Venezuela presenta la crisis humanitaria más importante del planet, superando Siria y Ucrania. La violencia oficial es un hecho inocultable puesto sobre la mesa de acciones de la Corte Penal Internacional, lugar en dónde el régimen fue llamado a asumir formas del lenguaje propios del entorno.

Por primera vez, un poder omnímodo como el chavismo encuentra un dique conductual, es una lección cuya arrogancia no van a entender, pero nos hacen ver el peso que sobre las tropelías que realizan dentro del país, devenido gheto de victimas y campo de concentración de miles que subyacen bajo el rigor del yugo de la ergástula oficial, ven menguar la vida.

La crueldad sin paliativos se complementa con un deseo de esquilmar las riquezas del país e incumplir acuerdos. Ya aprendieron a moverse en la sombra, ser de nuevo sancionados tiene un bajo costo.

No hay una institución, que quede en pie, que tenga al menos el vestigio de formalidad, la corrupción es una constante y una violación obscena de los derechos humanos de los más vulnerables, un país surreal, con más de seiscientos días sin aumento salarial, viviendo de bonos limosnas que nos humillan de manera abyecta, destruidas la escuela como lugar de significación y de debate. Lograron anestesiar la crítica, somos el resultado de una metamorfosis kafkiana que nos ha convertido en blatodeos.

Miles mueren en hospitales, padecen la ausencia de servicios públicos, son sujetos a suplicios para cargar los tanques de una pésima y costosa gasolina, el curso de la crisis económica nos coloca como la inflación más alta del mundo, de no cumplirse los acuerdos las sanciones se reactivarían, pero el régimen aprendió a reptar, para hacer del erario público en botín nacional.

La xenofobia es censurable, pero también los delincuentes de las cáceles nacionales han llegado a los Estados Unidos, nunca se construyó un tren, pero el tren de delincuentes conecta a Venezuela con Nueva York , vaya contradicción.

Escribir sobre economía es caer en el lugar común de la imposibilidad, Venezuela es incompatible con este régimen y lo más grave es que han convertido a los exiliados en lasaros penitentes.

El único culpable es Nicolás Maduro y su hegemonía, que han trepado como una hiedra venenosa en todas las instituciones del país, y en una oposición quien se beneficia de la permanencia de este horror.

¿Cuánto más podemos soportar? La respuesta pasa por la elasticidad para aguantar este relato de Antonin Artaud, la imagen de hospitales convertidos en centros del dolor y la muerte y las absurdas justificaciones de los adláteres de este genocidio programado.

Es imposible como docente, como académico y como ciudadano tener proxemia con cualquier actividad que apeste a chavismo, pues nos confiscaron el futuro, fracturaron nuestras familias, nos someten al horror de la continua sospecha y ahora nos han convertido en indeseables.

No merecemos esta pesadilla, nos han convertido en un país de tiza, perecedero e inestable. La manera de salir de este horror es negarse a acertar la posverdad del régimen, ellos son los causantes de esto y por ello se aferran con uñas y dientes al poder, con la solícita ayuda del TSJ, su bufete privado, y la Fiscalía, su ariete de ataque. La dignidad, la honestidad y la verdad son los enemigos jurados de estos crueles.

Finalmente seguiré educando, seguiré retándolos con la lección de seguir adelante, formando ciudadanos no vasallos, hombres y mujeres que piensen y no obedezcan, sus estancieros son la herrumbre pestilente de la mentira y la crueldad, el nuestro la sempiterna esperanza de volver a ser libres. Por ahora y para siempre nos corresponde la libertad.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

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