@JoseARodS
Desde 1946 la Serie del Caribe fue la competición por excelencia del beisbol latinoamericano, el fanático de la pelota se acostumbró a marcar en su calendario cada mes de febrero para observar a los equipos campeones de las mejores ligas invernales con sus rutilantes luminarias, sin embargo, los nuevos tiempos que vive el deporte más popular del trópico parecen haber apagado el brillo en el firmamento que por muchos años mantuvo el evento.
Atrás quedó la época donde los grandeligas de mayor cartel en República Dominicana, Puerto Rico, México y Venezuela se colocaban los uniformes de sus respectivas representaciones para disputar el título que por encima de lo deportivo significaba el acercamiento de los peloteros más admirados de la región con sus aficionados.
Nombres que en la actualidad forman parte del Salón de la Fama de Cooperstown como: Luis Aparicio, Juan Marichal, Rod Carew y Roberto Clemente, entre muchos otros, vieron acción en la cita caribeña durante los mejores momentos de sus carreras en lo que fue uno de los espectáculos más esperados por el público año tras año.
Quizás el equipo más memorable en la justa fue el denominado “DreamTeam” de Puerto Rico en 1995 con estrellas del tamaño de Roberto Alomar, Carlos Delgado, Juan González y compañía quienes se encargaron de barrer a sus rivales en dicha oportunidad con seis victorias sin derrotas para alzarse con el trofeo.
Los exorbitantes contratos que hoy día conforman los principales titulares del beisbol moderno, y las consecuentes restricciones que imponen las diversas organizaciones de la Gran Carpa a los peloteros para disminuir los riesgos de lesión han mermado el nivel del certamen en lo deportivo.
En los últimos años figuras de la talla de Andrés Galarraga, Miguel Tejada, David Ortíz y Vladimir Guerrero han dejado un vacío difícil de volver a llenar en el torneo, la presencia de “bigleaguers” en el Caribe está cada vez más cerca de la extinción.
Fuente:YouTube
SALVAVIDAS MEXICANO
La edición 2017 del clásico caribeño se llevó a cabo en México, plaza que se ha convertido en el principal fortín de los organizadores en su intento de mantener con vida la tradición.
Alrededor de 130.000 espectadores asistieron a los 13 encuentros en el Nuevo Estadio Tomateros de Culiacán, uno de los más modernos de la región latinoamericana con instalaciones que incluyen museos, restaurantes VIP y la pantalla interna con las mayores dimensiones del béisbol en idioma castellano, 33 metros de altura con 11 de ancho.
El escenario mexicano sirvió como sede para la discutida coronación de Criollos de Caguas a pesar de terminar con récord de 3-3 al ganar la final a los anfitriones Águilas de Mexicali, quienes irónicamente culminaron con foja positiva de 4-2, aunque por situación del formato no les alcanzó para llevarse la gloria.
La confirmación de Cuba como país invitado al menos por una oportunidad más y la posible inclusión de Panamá como miembro de la competición será un ingrediente adicional en la cita de 2018, la cual será celebrada en Barquisimeto, con un listón que por las condiciones actuales será difícil de superar.
La ciudad musical de Venezuela tendrá la misión de proseguir el rescate de la máxima cita del béisbol caribeño, con la nostalgia de protagonistas del diamante que posiblemente no volverán a observarse en representantes similares del presente, pero con la pasión del fanático como principal motivación.