sin divisa como honor y sin ejército de libertadores

Con ocasión del grotesco discurso del “Padrino” de las FAN que pudimos apreciar con motivo de la toma de posesión de la directiva de la AN, tenemos una prueba fehaciente del fracaso militar revolucionario, sin divisa como honor y sin ejército de libertadores; el propio Ministro de la Defensa ha vejado, mancillando en su dignidad al otrora componente militar de la nación, en clara y vulgar violación del artículo 328 de la Carta Magna, el texto del discurso es conocido. Dentro de la sede institucional del ministerio y bajo una sumisión obsecuente comprometió a la FAN con el régimen, colocándola de espaldas al país y sus ciudadanos. Luego, ha seguido con sus deshonrosos discursos de tartufos, de “intelectuales” vaciados de intelecto, genuflexos del poder. El desequilibrio intelectual observado cae, más que en el servilismo, en un entreguismo absoluto ante un pragmático sin doctrina cuya única obsesión es el poder, en una ciega adhesión a la voluntad del caporal, un discurso al gusto de un usurpador impopular que cuenta con el entreguismo militar y el celestinaje de un Cartel servil. Recordemos al prócer José Martí “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan; los que odian y deshacen”, los del segundo bando son aquellos que no vacilan en despreciar y destruir a quienes se oponen a sus mezquinos intereses. El servilismo al igual que el fanatismo, es la contrafigura del ideal del imperio de la razón.

Es momento oportuno para citar algunas apreciaciones de Pío Gil expresadas en su obra “Los Felicitadores” (1911), todas con vigencia actual: “El servilismo y el despotismo se han colocado frente a frente; (…) el servilismo produce el despotismo, y éste, a su vez, genera aquel. Si no hubiera déspotas no habría serviles; si no hubiera serviles, no habría déspotas. De manera que los áulicos son co-autores con el déspota de la ruina de un país. (…) Se proscribe a los hombres inflexibles y se utiliza a los hombres dúctiles, (…) aplaudidores sistemáticos de todos los actos del gobierno. (…) Una felicitación oportuna no sólo tiene el valor negativo de evitar un carcelazo; tiene también un valor positivo: sirve para conseguir buenos empleos. (…) Las felicitaciones de los aduladores de Venezuela no tienen, absolutamente, ningún valor moral.”

La degradación de la condición militar e intelectual producto de la conveniencia y el oportunismo es aborrecida por la sociedad venezolana por ser síntoma de descomposición política, de allí que el componente militar bajo el mando del ministro de la defensa, no pasa de ser el remedo militar de una República Bananera, donde se ha puesto bajo sospecha el comportamiento individual caracterizado por una conducta anómala y una incomprensible falta de autoconciencia. Sin dignidad nada es posible.

Seguimos con Pío Gil, ob. Cit. “Los aduladores de vocación han hecho de la vileza una virtud que se premia con toda clase de favores (…) Así es como se explica el elogio monótono a los gobernantes, (…) La adulación tiene un reverso sombrío: la traición. Judas besó a su maestro antes de entregarlo. Detrás de un adulador fatalmente se esconde un traidor. (…) corresponsables de todos los infortunios de la Patria son los palaciegos. (…) la dignidad de los hijos enaltece la fama de sus progenitores y el envilecimiento de aquellos, echa sombras sobre la memoria de éstos”. Olimpo

Definitivamente estamos en presencia de lo que la politología ha denominado “Democracia Restringida”, lo que no es otra cosa que un autoritarismo manipulador de las instituciones y manteniendo una ficticia separación de poderes, un totalitarismo de baja intensidad, auspiciado por los aduladores de oficio, pero, a su vez, es sorprendente la sabiduría popular en su exigencia de democracia cuando ésta es objeto de una pérdida de confianza por defraudación de políticos, militares y seudo intelectuales irresponsables y simuladores que se sirven del poder, de tal manera que esa sabiduría hace que las reservas morales de la nación se despiertan y actúen ante la inminente necesidad de terminar con el clima de mediocridad moral e intelectual que nos rodea ante la figura de los áulicos, de hombres vestidos de verde oliva, dúctiles, fácil de manejar, indecorosos y obedientes que se conforman con poner la cara adecuada y decir la frase melosa en el momento preciso, se ciñen a un guion previamente elaborado por algún “consejero”, en fin, cada exposición en público de esos oscuros personajes es una experiencia traumática en la conciencia de los venezolanos.

Para finalizar recordaré un verso escrito hace siglos que dice: “Que el corazón entero y generoso/ al caso adverso inclinará la frente/ antes que la rodilla al poderoso.”




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