Foto: Llaman a la puerta (Knock at the Cabin)

El afamado director indio-estadounidense M. Nigth Shyalaman está convencido de que el fin del mundo, el apocalipsis del que avisa su último largometraje, «Llaman a la puerta», no es todo ficción: «Todo lo que pasa ahora mismo en el mundo es una señal de que todo se acaba», considera.

«Lo divertido de esta historia es poder contar dónde estamos y añadir ficción», asegura el director de «El sexto sentido» en una entrevista con EFE en Madrid, a donde se desplazó para apoyar el estreno de su filme en España.

«Es fascinante, creemos todo lo que se nos dice, estamos adormecidos, hastiados de lo que vemos. Pero de alguna forma, estamos en un momento muy bonito de la historia de la Humanidad, porque a lo largo de los tiempos hemos asistido a muchas acciones despóticas, donde un grupo decidía aniquilar a otro», reflexiona.

Pero ahora, «se ve una especie de unión del mundo entero en contra (de la guerra en Ucrania): a lo mejor así a ‘los malos’ les cuesta más actuar desde la oscuridad, yo al menos tiendo a verlo todo desde este prisma», dice.

Shyamalan no sabe por qué se dedica al cine, «es algo completamente irracional, me surge una idea y me tiro dos años desarrollándola, aunque en este caso ha sido un poco diferente, ya que es la adaptación de un libro («La cabaña del fin del mundo», de Paul Tremblay), donde hay un conflicto moral en el medio de un desastre natural, y tuve que hacerlo, porque me encantó», afirma

Con un reparto sin grandes estrellas, «Llaman a la puerta» plantea un dilema imposible: una pareja enamorada, padres de una niña adoptada, debe hacer un sacrificio impensable si quieren evitar el fin del mundo; cuatro americanos tipo, dos hombres y dos mujeres, irrumpen en la cabaña donde pasan unos días para convencerles de que el apocalipsis se ha desatado y solo su decisión puede pararlo.

«Todas mis películas representan cómo y dónde me encuentro como persona, mis ocupaciones, lo que disfruto de la vida, mis sentimientos, mi amor por la familia… Disfruto cada una como si fuera la última que voy a hacer», indica Shyamalan.

Este es el largometraje número 13 del cineasta, nacido en 1970 en Mahé (India), aunque ha desarrollado toda su carrera en EE.UU. Su debut, con «El sexto sentido» (1999) no solo le valió dos nominaciones al Óscar (dirección y guion), sino que le situó como uno de los grandes.

Veinticuatro años después, Shyamalan dice que está cansado, como «un deportista de élite».

«Se ve normal que se retire de la alta competición cuando ya no puede hacerlo, y piensas que es su cuerpo el que está cansado, pero no es así, explica, es la mente la que se cansa, y lo que hay que hacer para superar los obstáculos y llegar al nivel más alto en cada campo requiere un esfuerzo muy grande; en el mundo del cine es igual».

«Va a hacer treinta años que hago cine, 24 de mi primera película, y soy tremendamente afortunado, la gente sigue viniendo a ver mis películas. En general, creo que estoy en el lugar adecuado porque disfruto contando historias y eso se puede hacer para siempre, pero hay una parte de mí que viene de un lugar ‘corrupto’, que es mi ‘yo’ competitivo: quiero gustarte, tener éxito, y eso sí que me ha agotado a lo largo de estos años», confiesa.

«Así que, si consigo deshacerme de eso, seguiré haciendo películas», se ríe el también director de «Señales» (2002), o «Múltiple» (2016).

Su éxito, del que está muy orgulloso, cree que se debe a que su cine es «original». «He descubierto que lo hago para los miembros de cada generación que están más abiertos a nuevas ideas y a que les parezca bien estar realmente incómodos dentro de un cine, muchas veces, son los más jóvenes, los que tienen veinte», explica.

«Pero luego crecen y tienen treinta, y cuarenta, y luego llega la siguiente generación de adolescentes que descubre mi cine y lo ven interesante, hay algo que les gusta. Y a mí también me gusta ganarme a las nuevas generaciones», asegura.

Para el experto en retorcer estómagos mientras se encoge uno en la butaca, el cine de terror es «una montaña rusa», una forma segura de «enfrentarnos a nuestros miedos».

«Por eso tenemos pesadillas, porque, al despertar, podemos controlar mejor las emociones y tomar mejores decisiones. En el cine hacemos lo mismo, llevamos las situaciones al extremo para superar los miedos», concluye.




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