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La policía birmana abrió fuego el martes por la noche contra una multitud de nacionalistas budistas, matando a siete manifestantes en una región bajo tensión, escenario de violencias contra los musulmanes rohinyás.

«Las fuerzas de seguridad pidieron a la multitud que se dispersara y efectuó disparos de advertencia hacia el cielo con balas de goma. Pero en vano. Entonces, la policía disparó balas reales para advertir y dispersar a la gente», explicó a la AFP Myo Soe, portavoz de la policía birmana.

«Siete personas murieron y trece fueron heridas en Mrauk U», añadió, precisando que había 20 policías heridos de gravedad tras haber sido golpeados con piedras.

El miércoles por la mañana, la ciudad estaba en calma, y la policía estaba desplegada en la calle, precisó.

Un hospital de la ciudad vecina de Sittwe confirmó que se había hecho cargo el miércoles por la mañana de seis heridos. «Cinco de ellos tienen heridas de bala y el sexto parece haber sigo golpeado», declaró a la AFP Khing Maung Than, médico en el hospital de Sittwe.

La prohibición de una manifestación de nacionalistas que querían conmemorar el antiguo reino budista de Rakáin fue la que desencadenó el enfado de la multitud.

Los miles de personas que se reunieron, a pesar de la prohibición, corearon consignas reclamando «la soberanía del Estado de Rakáin» antes de intentar tomar un edificio oficial.

«Es un crimen. Nos gustaría saber quién dio la orden de disparar», dijo a la AFP Hla Saw, diputado de la región de Mrauk U.

– Violencia intercomunitaria –
Mrauk U, antigua capital de ese reino, se encuentra en el estado de Rakáin, en el oeste de Birmania, epicentro de la crisis de los rohinyás desde el pasado agosto, cuando empezó una campaña de represión del Ejército birmano que llevó a 650.000 miembros de la minoría musulmana rohinyá a huir a Bangladés.

Naciones Unidas y varias oenegés lo consideran una «limpieza étnica».

La región, una de las más miserables del país, con una tasa de pobreza de 78%, está envenenada por el odio entre las comunidades budistas y musulmanas.

Horas antes de la manifestación, Birmania y Bangladés habían firmado un acuerdo para repatriar a los rohinyás que huyeron del país.

El gobierno birmano, presionado por la comunidad internacional, alarmada por las condiciones de vida de los rohinyás, prometió que repatriará a los refugiados si estos pueden probar que anteriormente vivían en Birmania.

Pero este regreso se anuncia muy complicado, ya que numerosas localidades de rohinyás fueron incendiadas y tanto refugiados como oenegés acusan a las milicias budistas de haber participado en las violaciones, asesinatos y torturas que el Ejército birmano cometió contra los rohinyás.

La violencia de agosto en el estado de Rakáin comenzó con ataques a puestos policiales por parte del Ejército de Salvación de los Rohinyás de Arakan (ARSA), que denuncia los malos tratos sufridos por esta minoría.

Pero el estado de Rakáin también es escenario de otros conflictos, como los combates entre el grupo rebelde budista Arakan Army y el Ejército birmano, que se intensificaron recientemente.

Según la analista independiente Gabrielle Aron, estas violencias podrían ser el inicio de una nueva erupción de enfrentamientos intercomunitarios.

«Mrauk U es una de las zonas en las que las tensiones intercomunitarias han sido fuertes desde el mes de agosto», explicó.

«Ahora todo dependerá de cómo reaccionen las fuerzas de seguridad ante este incidente».




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