“El caso de Venezuela es único y jamás se ha parecido a nadie, como los nazis, que también fueron únicos. Venezuela es un caso a estudiar en la historia a futuro, es un país que está secuestrado por un grupo de neotraficantes y terroristas”: Lech Walesa y apuntado la semana pasada por Ibsen Martínez.

Es inhumano pasar por alto el secuestro perpetrado por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), organismo de inteligencia y contra-inteligencia, sobre el Director del Despacho del presidente encargado, Roberto Marrero. Tuvo, Marrero, la valentía – en esos momentos difíciles, cuando los esbirros del régimen allanan su modesta vivienda, por supuesto que sí habitación no tiene grado de comparación con las majestuosas mansiones donde habitan hoy los actuales funcionarios otrora paupérrimos- bueno de enviarnos un audio donde nos recomendaba seguir en la lucha y no dejar solo al presidente Juan Guaidó. Por otra parte, nadie debe dudar que él supiera perfectamente el riesgo que corría al aceptar ese alto cargo que iba a ocuparía dentro del país. No es lo mismo cuando se es designado en un cargo en el exterior. Pero todos estos riesgos vale la pena correrlos por la democracia, por la libertad y, sobre todo, para sacar del arroz infortunio donde se hallan sumidos millones de nuestros compatriotas. Esa es, en pocas palabras, la ardua tarea que tenemos enfrente todos los venezolanos, sin excepciones, para dar el ansiado paso hacia la transición.

Dándole vuelta a la cabeza, es posible que Marrero no haya imaginado que fuera acusado de terrorista que incluía asesinatos selectivos y el asalto al Palacio de Miraflores. Semejante cosa fue declarada a los medios de comunicación, nada menos que por el dirigente oficialista Jorge Rodríguez. Este, por cierto, homónimo de su padre quien formó parte de un grupo terrorista de izquierda, en tiempos del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez raptó al estadounidense William Frank Niehous, vicepresidente de una reconocida empresa transnacional en Venezuela. Lograron su cometido, Rodríguez, padre y otros. Este acto delincuencial fue reconocido como el secuestro más largo en nuestro país, tres años y cuatro meses. Cobraron varios millones de dólares que hasta la fecha se desconoce a dónde fue a dar esa enorme cantidad de dinero. Esta historia termina con su muerte, torturado en unos de los calabozos de la (DISIP) policía política de aquellos tiempos. Pero, que quede claro que los funcionarios causantes de ese crimen fueron apresados, sentenciados, y cumplieron la pena impuesta por los tribunales judiciales del gobierno de entonces.

Siguiendo adelante, el régimen de Nicolás Maduro transcurrido un mes aproximadamente del ingreso victorioso al país del presidente encargado Juan Guaidó por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar no ha logrado digerir ese elefante que le sirvieron en la mesa. Lo tienen desquiciado las grandes multitudes de venezolanos que asisten a las concentraciones convocadas con tan solo seis horas de anticipación como sucedió en la ciudad de Valencia el sábado 16 de marzo. La semana pasada sucedió lo mismo en su visita a los Estados de oriente venezolano. Súmele las sartas de congelaciones de cuentas y bienes inmuebles en el exterior de altos ejecutivos corruptos. Las prohibiciones de ingresos y anulaciones de visas da familiares en decenas de países extranjeros. El cerco económico, los nombramientos de embajadores y cónsules, los nuevos administradores de empresas como Citgo. El nombramiento de Ricardo Hausmann como gobernador del Banco Interamericano de Desarrollo.

A pesar de todos estos complots vamos por buen camino. Estamos en sensatas y buenas manos, pero inevitablemente hay que hacer los virajes necesarios, no dejaré de repetir esto. El horizonte está despejado tanto para los burócratas y dirigentes políticos del régimen como para los sectores de la oposición agrupados alrededor de la figura Juan Guaidó y el Frente Amplio Venezuela Libre. El madurismo sabe muy bien que no hay receta que le haga rescatar la confianza de los venezolanos y la oposición por su parte está segura que goza del apoyo de 85 % de los ciudadanos.

Finalmente, “el tiempo todo lo da y lo quita, transgrede el espacio social, histórico y personal. Somos seres adheridos e indudablemente dominados por el tiempo. Los romanos afirmaban: “el tiempo precipita”, para indicar de manera realista que el tiempo es ruinoso en su paso, arrastra al hombre en una carrera desenfrenada que conduce de manera irrevocable a la muerte”. Jorge Luis Borges.

 

garciamaevez@gamil.com




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