“El mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente”
Keynes.

Parece necesario recordar dentro y fuera del aula de clases que los fines de la macroeconomía aplicada residen en los equilibrios sostenibles, por un lado los relativos a la política fiscal y por el otro los de índole monetaria, estos últimos se constituyen en la razón de ser de esta columna semanal, pues los equilibrios monetarios obedecen a criterios normativos y de índole dogmáticos sobre los cuales reposa la independencia y autonomía de la banca central, sin embargo aunque en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en los artículos desde el 318 al 320, se le reconoce de autonomía e independencia al Banco Central de Venezuela es menester acotar que la hiperinflación que padecimos y el riesgo de su eventual rebrote fueron propiciados por la propia autoridad monetaria, acudiendo a una praxis de monetización del déficit fiscal y abandonando de facto la política monetaria basada en las operaciones de mercado abierto para esterilizar la liquidez.

Luego de más de treinta y seis meses sin realizar operaciones de mercado abierto, se acuden a estas sin antes evaluar el daño institucional provocado en la confianza, por cierto, indicador casi que imposible de determinar desde los estrictos campos de la economía, pero que subyacen en la consistencia dinámica de los agregados macroeconómicos; a la absoluta falta de correlación y coherencia entre los objetivos de la política monetaria en su nivel operativo e intermedio, se suma la política deliberada de intervenir el tipo de cambio a través de un Banco Central que quema un promedio semanal de más de ochenta millones de dólares y que en este primer semestre ha intervenido con un monto de 1.800 millones de dólares, cifra superior a todo el monto consolidado durante 2021, esta herramienta de intervenir el mercado cambiario, es ineficiente, costosa e insostenible y ha demostrado en el tiempo que puede pivotar los rebrotes de la inflación desde la emisión terciaria fundamentada en la continua devaluación del tipo de cambio.

Al no existir correlación entre los objetivos instrumentales y los marcadores intermedios, se fractura la posibilidad de mantener un equilibrio estable y creíble en precios, no pienso dedicarle mucha atención a la dualidad en las medidas de la inflación intermensual de mayo de 2022, sin embargo, ambos indicadores tanto los del Observatorio Venezolano de Finanzas y los del Banco Central, dan cuenta de una elevada tasa de inflación la más alta en el último cuatrimestre, obviamente cuando se analiza la conducta de la liquidez monetaria se advierte que su comportamiento ha sido relativamente estable, pero el repunte de la inflación se fundamenta entonces en la inobservancia del tipo de cambio como objetivo operativo constituyendo esa emisión terciaria de bolívares en desestabilización de la estructura de precios.

En una economía sustentada en falsos o endebles equilibrios no es de extrañar que el rebrote de inflación sea una amenaza constante y perpetua, con un nivel de acumulación de inflación superior al 167% aunado al marco de los salarios más bajos de la región la imposibilidad de arreglarnos en un palmo mágico es absolutamente inviable, inexistente por absurda y falsa, una falacia en sí misma, una antinomia.

Para quienes ven en el mercado de valores un escape al naufragio, es menester indicar que en el marcado de renta variable en la Bolsa de Valores de Caracas (BVC), acumula un incremento de 7,38% para este primer semestre y paralelamente el tipo de cambio ha experimentado una marcada devaluación de 18,9% en su valor oficial y de 20,80% en su contraparte paralela constituyendo este el marcador del mercado en el contexto del endeble rebote de la economía nacional, limitado por la realidad de un país contraído en más de 75 veces su tamaño, sin acceso al crédito y por naturaleza importador.

Los contextos de la sobrevaluación han llevado al BCV, hasta la disyuntiva de aceptar más inflación ante el evidente desequilibrio monetario reinante en el país, la política monetaria de amplio espectro pasa por la confianza y la inviabilidad de lograr estabilidad económica pasa sobre las tardías actuaciones del mercado abierto desde el Banco Central, es fundamental ajustar un tipo de cambio de equilibrio que contextualice la masa monetaria (cuasi dinero) con las reservas internacionales, para evitar seguir apostando a la costosa praxis de intervenir el mercado de las mesas de dinero.

Retornar la venta de acciones de empresas públicas, con rendimientos negativos o muy poco atractivos es una ilusión más, las cosas no se resuelven de esa manera en el mercado de capitales en donde impera la certidumbre y la eliminación del riesgo hasta niveles tolerables.

Los intentos por contener artificialmente sobrevalorado el tipo de cambio, se han agotado a ello se suma un impuesto a las transacciones en dólares, en un país en el cual la formación de precios se realiza en un 97% en esta moneda, considerada hasta hace nada una suerte de salvavidas, no pueden fomentar la demanda de dinero en bolívares gravando el empleo de la moneda con cualidades económicas es decir las divisas, en un contexto multimonetario, pues sencillamente resultaría en una torpeza.

Finalmente, no estamos estabilizados, el rebrote de la inflación se asocia al ciclo de altos precios de petróleo, los cuales a pesar de la caída de la producción permiten un margen de acción para el régimen, en lo relativo a los ajustes de salarios y subsidios sin resolver las condiciones de base. En conclusión, no existe recuperación económica sin confianza, credibilidad y sostenibilidad en la política económica, y luego de haber abandonado a la política monetaria dejando al garete a todo un país.

“No estamos arreglándonos”, no hemos dejado atrás los atavismos y los errores del pasado, no se sabe lo que se hace y menos se asumen responsabilidades, esta es una economía sostenida por alfileres endebles y escasos, para sostener la mortaja de la estabilidad creíble, así pues nunca hubo, hay o habrá un plan distinto a los espasmos propios de las heteronomías distintas a la buena conducción de la economía.

“El único presupuesto bueno es el presupuesto equilibrado.”
Adam Smith




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