Afecta las glándulas sebáceas, encargadas de producir sebo (grasa) y se conectan con los poros a través de un canal llamado folículo. Es el acné, en la cual cuando hay obstrucción, los poros se inflaman e infectan, produciendo los conocidos puntos negros, granos o espinillas. Comúnmente aparecen en la cara, cuello y espalda. Y aunque no son consideradas afecciones graves para la salud, pueden dejar marcas permanentes.

Existen tres fases de desarrollo de la enfermedad. La primera es llamada acné leve, en la cual las lesiones son superficiales, con una inflamación parcial. La segunda etapa es moderada, en la que aumenta el número de espinillas y puede abarcar la zona de rostro, cuello e inclusive hombros. Por último se encuentra la fase grave, donde las manifestaciones son profundas y abundantes y en muchas ocasiones dejan cicatrices  en la piel.

En el mundo, cerca de 80% de los jóvenes sufre de acné, debido a que esta etapa del desarrollo está marcada por cambios hormonales y una mayor producción de grasa. Dependiendo de la gravedad, las consecuencias pueden llegar a convertirse en trastornos emocionales y afectar la autoestima.

Pero no solo en la adolescencia se padece esta molestia cutánea, según datos de instituciones internacionales de investigación, 12% de las mujeres adultas podría sufrir de acné por causas como estrés, el embarazo, la menstruación y la sobreexposición al sol.En el caso de los hombres, está demostrado que por lo menos 3% de ellos enfrentará el trastorno a causa de la herencia genética.

Uno de los errores más frecuentes, sobre todo en las mujeres, es tapar el acné con maquillaje para mejorar la apariencia física. Aunque sin duda resuelve el problema estético, no utilizar los productos adecuados puede empeorar la enfermedad porque se deteriora la vitalidad de las células. En este sentido se deben escoger productos especializados, no comedogénicos (que no bloquean los poros), sin contenido oleoso y acompañar la rutina con una buena higiene con jabones de Ph neutro,por lo menos dos veces al día.

Los tratamientos pueden variar según el especialista, pero el más usado es el peróxido de benzoilo al 5 o 10% como sustancia base. Es un agente antiséptico que ataca directamente a los microorganismos causantes del acné y ayuda a controlar las bacterias, evitando la resistencia al antibiótico (resistencia bacteriana). Su uso de forma tópica es el más recomendable y demanda indicaciones precisas, dependiendo del nivel de gravedad que padezca la persona. También existe el adapalene al 0,1 y 0,3%, el cual pertenece a los retinoides, mayormente utilizados en casos de acné leve o moderado, reduciendo los comedones, se destaca en una nota de prensa.

Dadas las consecuencias irreversibles que el acné puede dejar en la piel, como cicatrices y marcas, es importante destacar que los dermatólogos son los especialistas indicados para tratar el problema. Solo así se logra el resultado esperado, que es el control de la enfermedad.




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