Maduro y sus secuaces se empeñan en la confrontación, pues el propósito del régimen no es otro que atemorizar para disipar el terror que ya les alcanza, a sabiendas que no les quedan muchas opciones para evitar su ineludible caída. La escalada represiva obedece al descontento popular. El gobierno  pretende desarticular a la oposición por todos los medios, pero es el miedo la herramienta preferida para atemorizar a la disidencia. Quieren una oposición presa, una sociedad y medios callados y con las universidades silenciadas.

La brutal represión que se ha desatado en estas últimas semanas en nuestro terruño, tan solo nos indica que hemos empezado a transitar la etapa final para salir de este gobierno hecho dictadura. Iniciamos esta semana con una demostración de fuerza que se apartó por completo de aquel  «Manual de Actuación de los Cuerpos de Policía para garantizar el Orden Público, la Paz Social y la Convivencia Ciudadana en Reuniones Públicas y Manifestaciones». Pudimos observar en esos videos que colocaron en miles de redes, como  fieles testigos de estas despiadadas acciones, duras imágenes que recogen hasta el sadismo con que actuaron esos desalmados funcionarios de las fuerzas represivas.

El excesivo uso de la violencia que ha mostrado la actuación de la GNB y de la PNB dista enormemente de  los principios universales establecidos en los tratados internacionales de Derechos Humanos así como en lo que contemplan nuestras leyes.

Pero no les bastó con  tan desmesurada violencia, sino que sometieron a  civiles a la jurisdicción militar, acciones estas  que no solo configuraron una gravísima violación de los derechos humanos y por tanto de los valores superiores del ordenamiento jurídico, sino que además se presentan como una de las más determinantes rupturas de la Constitución.

Al respecto señalaba COFAVIC que es posible que a partir de esta situación se haya abandonado por completo el Estado de Derecho y estemos frente a un tutelaje militarinaceptable e incompatible con las mínimas garantías judiciales que deben existir en un gobierno civil y democrático. Hace tres días afirmaba el Secretario General de la OEA…“Las Fuerzas Armadas se apartaron de sus compromisos fundamentales… Bajo la falaz lealtad institucional amparan la represión, el asesinato y la tortura No se puede ser cómplice con el silencio irresponsable…”  

Nos permitimos recordar  que esas violaciones a los Derechos Humanos y los crímenes de lesa humanidad no prescriben, y que  TODA la Nación venezolana confía que algún día se hará justicia, para resarcir tanto daño moral, social, económico y espiritual que este régimen ha cometido.

A todas estas, más que temor o indignación ante tanta ruindad, lo que hoy siente  la inmensa mayoría de los venezolanos es una soberana indignación. Indignación por tantos jóvenes muertos por exigir que no les expropien el porvenir. Indignación por la hambruna que padece buena parte de la población venezolana. Indignación por la burla ante tanta desidia, ante tanto disparate y corrupción.

Indignación ante la osadía de intentar perpetuarse en el poder a punta de tropelías forajidas como las del TSJ o como el parapeto de la constituyente a la medida de tan descaradas pretensiones.

Sí señor, eso  es cuanto realmente sentimos los venezolanos en esta parodia de gobierno que ya va de salida… soberana indignación e insaciable sed de libertad.

Manuel Barreto Hernaiz

 

 




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