¡Bien conocemos la existencia, abundante, de la crítica destructiva (negativa)! ¡Es una crítica a veces indefinida, por lo general enunciativa, que muchas veces nos llega, «coladita» y  medio ocultada, sin que la hayamos invitado! La crítica destructiva, aunque se nos haga en presente, ahora, generalmente se centra en el pasado: “Hiciste tal cosa mal, te olvidaste de esto y lo otro, porque tú eres de tal manera”. ¡Es un tipo de crítica que generalmente aporta poco, y que mayormente nos propone pocas opciones para que haya un favorable aprendizaje!

A todos nos gusta ser aceptados, bienvenidos, recompensado con un buen comentario: que nos digan, por ejemplo, qué bien hacemos lo que hacemos. Sin embargo, no a todas las personas les afectan por igual las críticas, sean estas constructivas o no. Algunas personas se toman las críticas, sean constructivas o no, como un ataque personal, indeseable e inaceptable. No se resienten conque critiquen sus acciones, sino que lo reciben como una acción dirigida a la persona, propiamente. Por lo tanto, toda crítica, de tantas no gustadas que se reciban a diario, van quedando como una acumulación de afectos negativos que deterioran nuestra autoestima. Esto lo vemos en personas con un temor ansioso a la crítica. Un temor predispuesto y tenso, apenas alguien muestre el intento de dirigirnos algún comentario; y aun cuando no se haya recibido ninguno.

El temor a la crítica (rechazo) puede radicalizarse y convertirse en miedo, con la “no aceptación, abierta, a creer que somos como alguien nos lo diga”. Todo sufriente de la crítica elabora, a la larga, una imagen propia (o se inventa una) de cómo cree que es. Vive posando; y como la imagen que asumen (y se creen) puede ser muy diferente de la real, viven en un conflicto emocional, depresivo, cargado de ansiedad y reactivo…

¿Recuerda usted como se sintió cuando recibió (sin pedirlo) una crítica? ¡Ser criticado no nos gusta! Pero existen varios tipos de críticas, no todas negativas, que las interpretamos mal. Las hay con apariencia “constructiva”, de “doble sentido”, “irónicas”, “cínicas”, que destrozan el buen ánimo cuando nos hallamos receptivos y positivos. Como un buen primer paso contra el temor a ser criticado: ¡aprendamos a ser criticados! ¡Avancemos de primero! Aprendamos a reaccionar con calma ante cualquier crítica. Las ventajas son muchas: ¡Son tan viejas y conocidas como la capacidad de adaptación de toda persona inteligente! ¡Nunca más nos sintamos atacados, aunque pueda haber alguna muestra abierta de crítica de quien nos hable!

Pensemos que manejamos bien toda crítica, cuando la estimamos como una opinión más. Tranquilos y calmados atenderemos mejor las críticas. Si es buena, aprenderemos de ella, y ademas no estropearemos las relaciones sociales. Y como lo dijo el psicólogo Viktor Frankl: “Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos encontramos ante el reto de cambiar nosotros mismos”. Preguntémonos: ¿Lo he hecho  mal? Bueno, primero veamos si nos hemos equivocado, realmente. Si es así, recordemos que tenemos el derecho a equivocarnos, y a expresarlo así, sin temores. Nada mal quedaremos con disculparnos con los demás y con nosotros mismos.




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