A 15 días desde el inicio de la cuarentena colectiva, las comunidades de Carabobo no sólo experimentan el recrudecimiento de las restricciones de movilidad, la prestación de los servicios básicos (luz, telefonía y agua potable) es dramática en la mayor parte de los hogares.
Sobre la distribución del líquido, y por hablar de la Gran Valencia, sectores de la zona norte como La Trigaleña o Naguanagua reportan la falta de agua desde hace un mes, pero lugares como Parque Valencia conviven con el problema desde hace tres meses.
Ello ha convertido al lugar en un sitio clave para el negocio de las cisternas, que hacen su agosto a partir de la necesidad de sus habitantes, pues los requerimientos, en tiempos de coronavirus, se han incrementado aún más.
Agua indispensable
Las medidas de higiene se han tornado cada vez más fuertes en los hogares ante el temor de la propagación del COVID-19, que afortunadamente no ha hecho su aparición en la entidad.
Pero ante la sequía, ¿qué pasaría si llegasen algunos casos? ¿Está el área metropolitana de Valencia preparada para afrontar la letal amenaza?
En la zona sur todos están conscientes de las medidas sanitarias: nadie sale de casa sin el tapabocas y conocen que para entrar a un establecimiento deben estar prestos a recibir una porción de gel antibacterial, o plantarse a metro y medio del otro y no incurrir en aglomeraciones.
Pero qué pasa cuando se habla del agua, que escasea una barbaridad. Pues toca salir a buscarla de dos maneras, cargando tobos o cuanto recipiente se pueda transportar a casa, o comprando botellones a montón para cocinar y consumir.
Una estación de bombeo en La Guacamaya
En el Barrio La Guacamaya, paralelo a la avenida Fernando Figueredo, muy cerca del Palacio de Justicia, hay una estación de servicio de Hidrocentro que controla el surtido en la zona.
En vista de las dificultades de distribución, su tanque almacena buena cantidad de litros para que los vecinos lleguen y carguen gratuitamente cuanto necesiten.
Uno de ellos, Carlos Fonseca, llega a diario con una carrucha y tres envases. Afirma que hace 12 viajes al día para poder almacenar en casa y que la semana pasada estuvieron cuatro días sin una gota. Pero advierte, que el agua es sólo para lavar, limpiar la casa y asearse.
Al rato llegan las señoras María Romero y Ana Hernández, desde El Calvario, a dos calles de allí, cada una con sus respectivos envases. La primera trae dos botellones y la segunda un envase como de 30 o 40 litros con su respectiva tapa.
Ambas hacen 10 viajes para poder llenar recipientes en sus residencias.
–¿Cómo se las arreglan en tiempos de coronavirus?
“Pues cargando agua cada vez que se puede durante el día, porque hay que lavar y asearse bien. Afortunadamente, ahorita hay aquí, en esta toma, y nos turnamos todos en casa para buscarla”, responde Romero
A veces sucia y con mal olor
“A veces llega sucia y con mal olor”, dice Domingo Sánchez, que en su vivienda tiene tres envases de 200 litros de capacidad cada uno, y una vez llenos le rinden durante dos días.
“Al final ya hay que botar el residuo, porque viene con mucho sedimento”. También menciona, “aprovechando que aquí está El Carabobeño”, que la luz está intermitente y que el aseo no pasa desde hace 15 días.
En vista de la calidad del líquido, Romero critica que muchas veces tienen que recargar en algunas casas que cobran hasta 2 mil bolívares por botellón para cocinar y tomar”.
Sánchez interviene nuevamente: “Y está barato, porque si sales del barrio, te sale hasta en 30 mil un botellón de agua”.
La distribución controlada
Enseguida se une a la conversación Bernardo Coronel, el responsable de la bomba de agua por Hidrocentro, quien inició su guardia de 24 horas a las 7:00 de la mañana.
Resalta que cuando hay fuerza de presión y suficiente cantidad en el tanque, se distribuye durante nueve horas a la comunidad. Cuando empieza a escasear, se baja a cinco horas o hasta tres. Con ayuda de sus compañeros, implementó un sistema que les permite saber a todos cuándo hay agua almacenada en la bomba.
Ataron una botella plástica al flotante, a medida que se llena, la botella baja hasta un cierto nivel. Así todos van viendo en qué estado está el tanque, si están o no en escasez.
Por lo pronto, la fila es corta, pero todos los presentes van y vienen, según la necesidad. Coronel dice que a veces se forma un “colón terrible”.
En La Isabelica cuentan con un pozo
En el sector 13 de La Isabelica, Gabriel Castrillo administra una toma de un pozo que Hidrocentro activó para el ambulatorio cercano hace unos años. En vista de los requerimientos de los vecinos y del comando policial aledaño, la empresa hidrológica acordó esa toma que brinda agua potable gratuita, a menos que se vaya la luz y la bomba deja de funcionar.
De resto, llegan a cargar más de 300 personas a diario desde Parque Valencia, Bello Monte o Los Samanes, como el señor Ildemaro Morales, de 66 años, quien padece de Parkinson, y camina 12 cuadras porque le encanta el agua y aprovecha para hacer terapia, como le recomendó su médico.
Castrillo afirma, por su parte, que el agua está 100% apta para el consumo y se puede ver totalmente cristalina, incolora, a través de los botellones, que la gente recarga en números de tres o cuatro por familia.
Es el caso de Federico Escalona, del sector 28 de Parque Valencia, que llegó al sitio a recargar, luego se irá a pie, a su casa, con su carrucha”. Le acompañan su esposa e hijo.
Parque Valencia, olvidada por las autoridades
Otro de los sitios visitados, este miércoles, fue Villas Valencia, urbanismo semi-privado ubicado en el sector 14 de Parque Valencia.
Allí se observa movimiento de envases, botellones, tobos y bidones cada mañana, de 8:00 a 10:00am, por cuanto la comunidad que previó desarrollar la acometida de tanque aéreo y bomba para un pozo profundo hace años, ha decidido compartir su dicha con el resto.
José Landaeta, integrante de la asociación vecinal, señala que Parque Valencia tiene dos meses sin agua y que Hidrocentro se olvidó de ellos, mientras que los cisternas cobran hasta 10 dólares a las familias por surtirles mil litros de agua. “Cada camión carga 10 mil litros. Cada servicio son 100 dólares, por un recurso que no les cuesta nada, que les sale gratis. Por eso, nos organizamos y brindamos agua, de manera organizada, a todo el que la necesite, por las mañanas”.
Apoyo comunitario en el sur de Valencia
Así lo hacen de lunes a viernes, a razón de dos botellones por cada una de las 100 familias, que representan unos 200 botellones diarios de 40 litros cada uno. No reciben a nadie que no tenga su tapabocas y le aplican gel a cada uno antes de llenar sus envases y una lista de control.
“Son 4 mil litros de agua al día que ponemos a disposición de la comunidad, porque la Hidrológica del Centro no ha podido arreglar el problema de distribución acá. Se olvidó de la gente más vulnerable, y los oportunistas, haciendo negocio, en plena pandemia”, dijo Landaeta.
Comentó, además, un problema que se ha hecho cada vez más grave desde que surgieron las invasiones al frente de la populosa zona. “Parque Valencia tiene unos 28 mil habitantes. Las invasiones agregaron otros 35 mil a la demanda de agua del lugar. De ahí la talla de este problema que se nos vino encima por falta de carácter del alcalde de turno y por oportunismo partidista, hace más de 10 años”.
