A disfrutar un buen descanso
a Trincheras me invitaron
a sus aguas milagrosas
con amigos, con hermanos
Llegamos bien tempranito
no quería perderme nada
buscamos un buen lugar
donde el sol no molestara
Luego fuimos recorriendo
todas las instalaciones
las piscinas, el hotel
el spa y las diversiones
Primero me fui a las duchas
y después tranquilamente
me sumergí en una piscina
y me olvide de la gente
Al rato salí de allí
me recosté en una silla
y empecé a leer la historia
de cómo nació esta villa
Dicen que el Barón de Humboldt
estas aguas descubrió
por allá en mil ochocientos
cuando por aquí pasó
Aunque ya el aborigen
de estas aguas conocía
hablo de documentarlas
cosa, que el Barón haría
Porque hay leyendas que cuentan
que Guaicaipuro, Charaima
que Tamanaco y Yoraco
su bravura aquí alcanzaban
Que sus ancianos y enfermos
hasta estas aguas traían
y se estaban un buen tiempo
pues mucha fe le tenían
Tienen esos manantiales
propiedades curativas
los vapores, y su lodo
excelente medicina
A finales de ese siglo
se construye ahí un centro
donde acuden por salud
procurando algún aliento
Luego Juan Vicente Gómez
se hace asiduo visitante
lo convierte en un hotel
donde acude muy constante
De diabetes, y próstata
se dice que él sufría
y allí encontraba alivio
por eso siempre acudía
Hoy el centro ha crecido
en todas sus estructuras
y desde muchas partes llegan
buscando la ansiada ayuda
Pero ahora quiero hablarles
de aquella otra trinchera
es decir sobre el pueblo
que muy cerca de allí queda
Tierras que antiguamente
llamaban Aguas Calientes
del Padre Rodríguez Lamas
hacienda sobresaliente
El pueblo de Las Trincheras
debe su nombre a trincheras
que resguardaban la ciudad
y evitaba que la invadieran
Se fue poblando de apoco
con los que iban o venían
que allí encontraron hogar
un futuro, alegría
En mil ochocientos trece
una batalla presencia
entre patriota y realistas
y la victoria celebra
Tres de octubre es la fecha
de aquella cruenta batalla
fue Luciano D´Elhúyar
que al enemigo avasalla
Es decir a Monteverde
que a punta de bayoneta
¡O se rinden o perecen!
Bolívar con rabia increpa
Pues apenas tres días antes
ahí en Bárbula, muy cerca
le dan muerte a Girardot
mientras clava la bandera
Después de aquella batalla
Las Trincheras, sigue andando
y en su tierra, suelo fértil
su camino va labrando
Algodón, café, cacao
al mundo le fue brindando
fue don Ernesto Branger
como lo fue conquistando
Al principio dos haciendas
compartían el honor
Aguas Calientes, Palmarito
que luego sería, La Unión
Hoy pequeños productores
el cacao, siguen sembrado
y haciendo de Las Trincheras
un paraíso sagrado
El terreno de la iglesia
lo donó Tulio Ramírez
y Créspulo, el monseñor
con cariño la bendice
Principios del siglo veinte
la iglesia fue inaugurada
y nuestra señora del Carmen
su patrona consagrada
Coleaderas, semana santa,
cruz de mayo, y carnaval
las parrandas en diciembre
se pasa sensacional
Y de aquellos asopados
que se hicieron muy famosos
Parapara era uno
con un nombre muy jocoso
Cuando no había la autopista
era camino obligado
entre Valencia y la Costa
hoy son recuerdos guardados
Si vamos a sus montañas
por Las Carpas, y El Amparo
habrá osos hormigueros
picures y hasta venados
Veremos araguaneyes
el Samán y el Apamate
también muchos Camorucos
flora y fauna fascinante
Allá va su claro río
Trincheras, Aguas Calientes
va contento hacia el mar
sonreído y complaciente
Se viste de Las Marías
La Esperanza, y El Zanjón
también de Los Canjilones
de La Honda y de su honor
Después de leer los versos
de Las Trincheras, y su historia
volví hacia las piscinas
y entre amigos hacer bromas
Al finalizar la tarde
me vine muy complacido
por las aguas, por los cuentos
por los ratos compartidos
Y en la entrada o la salida
de regreso hacia la casa
observé con gran cuidado
una estructura algo extraña
Un monumento, un peaje
de ladrillos revestida
y una foto me tomé
con todita la familia
Para que esa imagen sea
un recuerdo bien bonito
de cuando entre trinchereños
la pasamos, sabrosito
Y si acaso usted no sabe
donde quedan las Trincheras
municipio Naguanagua
y de amistad es cantera
Don Pío Lara