Hace poco fui a las fiestas
del vetusto Montalbán
y entre polenta y amigos
bien lo supe disfrutar

Sobre todo esa conversa
con el cronista del pueblo
Antonio Coromoto Osorio,
un libro sabio y abierto

De tantas cosas que hablamos
esa mañana de fiesta
una captó mi atención
y fue sobre una poeta

Tomasa Ochoa, se llamaba
la insigne montalbanera,
que en versos breves, sencillos
nos brindó calor de hoguera

Ella misma se decía
-La Enana Encenizada-
como salida de un cuento
era un Ada muy versada

«Aquí estoy apelmazada
desde acá veo los de allá
me fijo en los que pasan
y en lo que pasa

calladita pienso, y me digo en voz baja:
No te preocupes Enana
que un día de tantos
también tú pasas»
(Enana)

Había nacido Tomasa
en el lindo Montalbán,
en mil novecientos quince
de un enero quince, igual

Las Mesas exactamente
el caserío donde nació,
en un ambiente campesino
que su espíritu forjó

Entre siembras de café
y la crianza de animales
Tomasa Ochoa, jugaba
entre relatos orales

«Aquí me tienes
mi terroncito de tierra dura»
(Fragmento: Querellas a mi Pueblo)

Tomasa Ramona Ochoa
Cordero, nombre de pila
hija de Pedro Antonio,
Dionisia, madre y amiga

La inscribieron en la escuela
y al parecer la maestra
-la misma Tomasa cuenta-,
la tenia de sirvienta

A esa escuela no fue más,
luego viene una tragedia
pues su padre se murió
estando aún muy pequeña

Al cuido de unos tíos,
su madre entonces la envió
pero al no, acostumbrase
a su casa regresó

Luego fue con unas tías
donde poco pudo estar
separarse de su madre,
no era fácil de aceptar

Después de un breve tiempo
la llevaron a Valencia
la familia Carnevali,
la alberga en su residencia

«Qué dirán las musas
si me das tu mano.
Ven, abriga mis poros
que se están helando»
(Fragmento: Una Rosa sin Pétalos)

Ahí fue que tuve infancia,
-la poeta comentaba-
ayudaba en los oficios,
con otros niños jugaba

Ya de joven conoció
a Leoncio Lucena Cortez,
un culto telegrafista
…le enseña a escribir, leer

Al tiempo se casarían
logrando tener tres hijos,
Aura, Omaira y Pedro,
un hogar de regocijo

«Me encantan las luciérnagas
que espían los troncones soñadores»
(Fragmento: Petunia)

A vivir a Cumaná
por cuestiones de trabajo
la familia se marchó,
y cosas muy malas trajo

Ya que allí se moriría
su segunda hija, Omaira,
produciendo un gran dolor
que no curaron plegarias

Pero al mal no se detiene
y al poco tiempo también,
con apenas ocho años
moriría Pedro Manuel

Y don Leoncio compungido,
con maltrecho corazón
no habían pasado dos años,
muere de pena y dolor

Era el año cuatro ocho
y Tomasa treintañera,
sin dos hijos, sin esposo
solo con Aura se queda

«Quedó sola luz de mi aposento,
se muestra oscura la noche.
Jamás habrá sol,
siempre seré triste,
viviré a la sombra
de cada árbol caído»
(Algarrobo)

En necesidad se ve,
de salir a trabajar,
asistente de enfermera
lograría comenzar

Historia medicas hace
y colocaba inyecciones,
para Luis Guada Lacan,
un doctor bastante noble

Luego se va a trabajar
por unos catorce años
al telégrafo, en donde
tuvo recuerdos muy gratos

Trabajo al que renuncia
y regresa a Montalbán
por asuntos familiares
que tenía que solventar

Ya resuelto pormenores
a Valencia regresó,
la congoja la persigue
pero nunca se rindió

Eran los años setenta
y a Tomasa la embargaba
una soledad terrible
y que mucho le pesaba

Es allí que se refugia
en la hermosa poesía,
y escribe sobre su entorno
y la tristeza que tenia

«Nadie sabe
donde canta mi grillo negro»
(Páginas en el Espacio)

También abraza los lienzos
con trazos de ingenuidad,
quiere que el mundo la escuche
quiere gritar su verdad

Hacia el año siete cinco
“Menudencias en el tiempo”
expuso en la Universidad,
poesía entre sus lienzos

También participaría
en unos cuantos Salones,
de Valencia y Maracay,
entre sueños y emociones

Incluso sus obras fueron
admitidas por tres veces
en el Salón Michelena,
y su alma se enaltece

Galería de Arte Nacional,
adquiere dos obras de ella
su pulso, pintura ingenua
con sentimiento y muy bella

«Pasé por la vida cernida en un cofre, /
y así como el árbol ve caer
hasta su última hoja,
miro a los cuatro costados y siento que me hundo
en esta profunda soledad
no siendo mi dueña»
(Soy como un Perro)

Mientras escribe comienza
nuevamente a trabajar
Facultad de Educación,
allá en la universidad

Hacia el año siete, siete
conoce al grupo Talión,
comparte su poesía
con humildad y pasión

Allí Luis Alberto Angulo,
junto a Rafael Gallardo,
también Adhelys Rivero,
todos llenos de entusiasmo

Descubren su poesía
y la alientan a escribir
eso que llena profundo,
todos la quieren oír

Así que en el siete nueve
muchos de aquellos poemas
se recogen en un libro
¡Su alma se siente nueva!

«Canto uno, Montalbán»
Que aderezó con su magia
el gran Valdemar Romero
buen artista de esta patria

«Mar de ojos pardos
y mirar tranquilo,
envuelve mis más caros sueños
en el cercano gris de tus orillas,
donde no hay espuma»
Fragmento: Profundo)

Hacia el año ochenta y uno
La Dirección de Cultura,
Universidad de Carabobo,
deja impreso, otra hermosura

Y fue «Mi Canto es del Viento»
un libro de antología
donde Reinaldo Pérez So,
y Holber Ascanio, fueron guías

El lugar para donde me iré mañana
es muy tranquilo
Allí las aguas cristalinas corren serenas.
Las aves se bañan sin pelear
El sol soasa apacible
La soledad enmudece de silencio
La brisa aunque fresca es tímida y esquiva.
El campo está complacido.
Los montes verdean de verdes.
El día vendrá claro y vuelve a rugir el viento en los coposos
bucares
(Bucaral)

Poemas con sentimiento
cotidianos, muy sencillos
vivencias, tal vez muy propias,
son letras con mucho brillo

Leía poca poesía
“para no contaminarse”
aunque sí, en las tertulias
disfrutaba escucharles

Luego al año nueve uno
«Páginas en el Espacio»
Gobierno de Carabobo,
un excelente regazo

«Cuando te inquieten las madrugadas frías
el sollozo de una flor y los misterios del tiempo
harán que vuelvas a mí
Sabrás que anduve con la soledad.
Creí pisar sombras de la media noche.
Había mucha tristeza, demasiada,
y tú no andabas»
(Esquivo)

Y hacia el año nueve seis
sería «Viento de Sequía»
Gobierno de Carabobo,
que también publicaría

Vé y dile a Gabriel
que transité por un paraíso sin luz
y muchas veces fui quemada.

Ya me ves, escaleras arriba
doblada de cicatrices.
(Eclipse ’91)

Ya casi por esos tiempos
los ojos verdes de Tomasa,
se van convirtiendo en sombras
pues su vista se hace escasa

Así que con gracia y tino
ella recurre a los nietos,
para que escriban los versos
que le salen desde adentro

Y en esa práctica hermosa
se lograrían salvar
muchos poemas que ella,
nos guardó para el final

Terminados sus poema
le ponía su firma y hora,
porque así los protegía
¡Como un bebé que se adora!

«Siempre pongo la verdad,
esos son mis pensamientos,
yo los llamo disparates,
he ahí mis sentimientos»

Tomasa amaba a los perros
y les leía sus poemas,
y a esa Malva, su perrita
muchos poetas recuerdan

Para José Joaquín Burgos
nuestro cronista y poeta
de Tomasa Ochoa, decía
“Fue un poema” “Es un poema”

«Vivo en una flor
allí sueño mientras pienso.
a mi lado solo hay extraños
que entran en pos de una amistad»
(De Amor)

La Alcaldía de Montalbán
la nombró su Hija Ilustre
por realzar su gentilicio
¡Pintura, poemas luces!

Orden Ciudad de Valencia
también Tomasa, recibió,
por regalarnos los versos
que en su vida cultivó

Y sería un veinte de enero
cuando Tomasa murió
en el año dos mil once
su alma se despidió

Con sus noventa y seis años
de este mundo se marchó
pero nos dejó sus letras
y de recuerdos, su voz

Allá en el Cerro la Copa
de su amado Montalbán
entre aves y bucares
sus cenizas estarán

«Quiero una sepultura en mi pueblo
un buche de sol en mi ayunar
y un sorbo de aire en mi agonía»
(Tengo Tristeza)

Los pobladores de Aguirre
a su escuela Jirajaras
llamaron Tomasa Ochoa
homenaje a una gran dama

Asimismo en Montalbán
existe una Fundación
que también lleva su nombre
con una loable labor

Ahí Coromoto Osorio
a los presentes, les pidió
aplauso para Tomasa
por los versos que nos dio

y entonces una voz
nos regaló este poema de Tomasa

«los recuerdos son trozos
que se desprenden de algo que existió
y han quedado flotantes
en la voz de un ayer postreroq
que agoniza»
(Piripití)

Luego, todos nos fuimos en silencio
tras los versos de Tomasa

Don Pío Lara




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