Un día como hoy, hace 165 nació en Caracas, la concertista y compositora venezolana de mayor fama mundial durante los siglos XIX y XX, considerada como la más grande pianista de su época María Teresa Gertrudis de Jesús Carreño García.

María Teresa era hija de Manuel Antonio Carreño y de Clorinda García de Sena y Toro, y desde muy temprana edad al lado de su padre inició sus estudios de piano y los continuó con Julio Hohené.

El 25 de noviembre de 1862 con apenas nueve años, dio su primer concierto en el teatro Irving Hall de Nueva York; y en esta importante ciudad norteamericana recibió lecciones del famoso pianista norteamericano de origen alemán Louis Moreau Gottschalk.

Luego de pasar una temporada en La Habana (Cuba) y Estados Unidos donde tocó en la Casa Blanca para el presidente Abraham Lincoln, se radicó en París (1866). Allí tocó ante Pedro Roberto José Quidant, Gioacchino Rossini y Frank Liszt, quien propuso darle clases si se trasladaba a Roma, lo que no pudo llevar a cabo por razones económicas.

Residenciada en París, inició su carrera de concertista que la llevó a visitar todos los países de Europa, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y África del Sur, ejecutando importantes piezas clásicas y románticas, acompañada de las más importantes orquestas dirigidas por eminentes maestros.

En 1873 se casó por primera vez con el violinista Emile Sauret, pero se divorció en 1875 para casarse al año siguiente, con el cantante de ópera Giovanni Tagliapetra.

Posteriormente, con su segundo marido funda una empresa de conciertos, la Carreño-Donaldi Operatic Gem Company. A mediados de 1885, volvió a Venezuela luego de una ausencia de 25 años, al ser invitada por el presidente Joaquín Crespo a dar un concierto en Caracas.

En 1886 durante el tercer período presidencial de Antonio Guzmán Blanco, conocido como la «Aclamación» (1886-1888), fue comisionada por el «Ilustre Americano» para organizar la siguiente temporada de ópera de Caracas. No obstante, en el desarrollo de esta comisión se presentó un problema cuando el elenco que contrató para tal efecto no tuviera la calidad requerida para la ocasión.

Sumado a este fracaso, la sociedad caraqueña empezó a adoptar una actitud de rechazo hacia Teresa Carreño, por ser una mujer divorciada y vuelta a casar, lo que era para el momento un escándalo. Las circunstancias antes descritas, derivaron en el boicot de las óperas presentadas y por ende en el fracaso de la temporada de ópera en cuestión.

De regreso a Europa luego de cumplirse la sentencia popular que reza que «nadie es profeta en su tierra», Teresa Carreño se desempeñó como solista de la Orquesta Filarmónica de Berlín.

En esta ciudad, donde había fijado su residencia, ya divorciada de su segundo marido, conoce al pianista Eugêne D’Albert con quien se casó se casó el 27 de julio de 1892, divorciándose luego por tercera vez en 1895. Finalmente, en 1901, se casaría por cuarta y última vez con su cuñado, Arturo Tagliapetra.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, inició una gira por España, Cuba y Estados Unidos donde falleció, víctima de un agotamiento general debido a los largos años de excesivo trabajo.

Carreño señalaba que la cultura general de un artista era indispensable para la proyección específica de su arte particular. Por ello se complacía en señalar en sus clases la importancia de la simple observación de la [naturaleza], del estudio de los seres humanos como hombres y como creadores, del conocimiento de la arquitectura, de la narrativa y de la poesía.

En cuanto al piano en sí mismo, como instrumento físico de apoyo, conocía las cualidades técnicas y sensitivas del ejecutante.

Entre sus obras como compositora figuran: Himno a Bolívar; Saludo a Caracas; el vals A Teresita, dedicado a su hija; el Cuarteto para cuerdas en si bemol y el Bal en revé opus 26.

Sus cenizas fueron traídas a Venezuela en 1938 y desde el 9 de diciembre de 1977 reposan en el Panteón Nacional. En su honor, el principal complejo cultural de Caracas, inaugurado en 1983, lleva su nombre.

Se puede afirmar que Teresa Carreño desempeñó una importante labor como cantante de ópera y calor de sus consejos y su magisterio. Para Teresa, lo principal era el culto a la específica a su propia naturaleza formativa.

(Con información de Venezuela Tuya.com)




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