Es principio básico del fascismo actual o terrorismo de estado y la apología del delito. El terrorismo lo impone la autocracia y se ejecuta, sin escrúpulos, mediante la implementación del terror en la sociedad con vulgar ostentación de un supuesto poderío militar, convirtiendo a la Fuerza Armada en siervos obsecuentes, sin honor y sin divisa, forjadores de dominación para la defensa de una autocracia, en las que se destacan la violencia verbal y física, la prisión, la represión, la amenaza armada y la censura para acallar el descontento e intimidar a la sociedad, de allí las recientes, aburridas y desafortunadas vociferantes cadenas televisivas de quien abandonó su cargo y se niega a retirarse; vulgares y desproporciones repetidas y avaladas por muñecos de ventrílocuo devenidos del “Cartel de los Soles”, vergüenza de la historia militar venezolana, de tal manera que no pretenden convencer al contrario sino eliminarlo, el terrorismo anula, en forma absoluta, los derechos básicos de los ciudadanos mediante las amenazas y acciones genocidas permanentes.

Lo dicho no es un síntoma de fortaleza, sino por el contrario, es el síntoma de gran debilidad y cobardía del régimen, unmiedo que les ahoga. Ellos saben que, sin la fuerza bruta de las armas, no puede sostener el poder el poder abandonado sino con terrorismo y delincuencia oficialista. El régimen delictual actual, para impedir su definitivo hundimiento, está obligado a adoptar el terrorismo y la apología del delito, en definitiva, no se defiende al ciudadano de los abusos del estado sino al estado de los “abusos” de los ciudadanos, impidiendo la utilización de las vías legales, pacíficas y democráticas, manteniendo un estado de aprensión permanente y violación impune de los derechos y libertades fundamentales con el uso indiscriminado de sus fuerzas represivas al mando de innobles militares que han usado los componentes armados para masacrar al pueblo y la ejercer un latrocinio vulgar sin parangón en nuestra historia.

El régimen, fascista por devoción, es una farsaque no ofrece garantía alguna sobre el respeto hacia la voluntad popular expresada en el voto y al patrimonio nacional, mientras la población muere de inanición por un castigo oficial. Creen que la capacidad de aguante de la sociedad es infinita. La “ceguera política” ante la crítica situación del país se explica en su espíritu totalitario, razón por la cual el poder está en decadencia, los que toman decisiones son simples manipuladores de los poderes fácticos en función de intereses bastardos que desconocen todo valor humano, donde nace una irrupción de barbarie que trae el horror a nuestras puertas y ya no podemos dormir en paz ni pensar en silencio, tenemos un profundo síntoma de malestar en nuestra sociedad por la dificultad en organizar una convivencia civilizada, es decir con igualdad de derechos y deberes para todos.

La Apología del Delito, es una instigación a delinquir y consiste en hacer pública alabanza, elogio o glorificación de un delito, como lo es el desconocimiento a la voluntad popular expresada en el sufragio del 6D15 y la instigación a la rebelión, de igual manera se incluye dentro de la apología, el hecho de excitar públicamente al odio entre las personas, y la instigación impune a la delincuencia organizada, ello configura una actitud punible por parte del apologista que abandonó su cargo; el régimen ofende impunemente la conciencia ciudadana y contra ella se ejecutan la violencia y sus derivados: la escasez de productos básicos (el  hambre y la enfermedad adormecen y debilitan el cuerpo y el espíritu), la distorsión del ejercicio la majestad presidencial, hoy totalmente degradada. El país, desde hace mucho tiempo perdió la voz, así se le debilitó el sentido de vista y oído y quedó sin capacidad para la rebelión y el disentimiento. Estas son hoy las consecuencias de una sociedad ciega, sorda y muda que se deja llevar, impunemente, hacia su destrucción definitiva, de tal manera que eso constituye un complejo de inferioridad para la conciencia social, les impide luchar por los intereses nacionales.

Desde las altas esferas del poder se comete impunemente tamaño desafuero delictivo, como lo son las declaraciones en comento, con el lujo del despliegue televisivo de una dictadura mediática, ante un “anémico” y mal llamado “Poder Moral”, manipulado por funcionarios inmorales. Recordemos al Libertador que cuando instauró el primer poder moral dijo: “Constituyamos este areópago (…) para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue de los principios de corrupción; de los ejemplos perniciosos; debiendo corregir las costumbres con penas morales, como las leyes castigan los delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el respeto público”.

Los poderes actualmente en nuestro país carecen de códigos morales y enervan el Estado de Derecho, cobijan la corrupción, la impunidad, la incuria, el terrorismo de estado y todo acto inmoral que vaya contra el respeto y la supervivencia humana, cobijan descaradamente las transgresiones gubernamentales que hacen apología del delito, ello nos llevan, en forma gradual, a la desintegración del país, lo que pueblo venezolano no va a permitir bajo ningún concepto. La sociedad no debe perder el rumbo en la búsqueda del sentido en medio del caos y el horror producto del terrorismo de estado, no podemos aceptar la falsa premisa que se trata de imponernos sobre la tesis del “yo me basto y me sobro”, «sin mí no hay Paz», expresiones claras del autoritarismo y la intransigencia del autócrata.

 




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