Quizás son los años, quizás es el tiempo cercano a la Navidad;  también el cariño  que guardamos a los buenos amigos, que nos hacen recordar  los buenos y viejos tiempos que pasamos con ellos y  también agradecerle a la vida el  haber compartido juntos tantas experiencias.

Esta vez se les hablo de mi gran amigo y compañero de trabajo por muchos años, el Reportero Gráfico Orlando Rincón, a quien un grupo de sus compañeros y colegas le ofrecieron recientemente un  merecido homenaje por su trayectoria y Don de Gentes, que lo ha caracterizado siempre y a quien lo llaman con cariño el “Gocho”.

Eso de “Gocho”, nunca se lo dije, porque a pesar de la confianza  y de más de dos décadas trabajando junto, siempre existió entre nosotros un granrespeto, pero sin embargo hoy si me atrevo a decirle el “Gocho”, porque eso lo permiten los añosy  haber disfrutado siempre de una gran amistad. Y este es el momento, el momento de recordar y de  reconocer la época dorada de las sociales de este diario para compartir con los seres queridos, con la gente que nos ayudó  a realizar el trabajo con abnegación y eficiencia y sobre todo con gran camaradería y respeto.

Es  la hora de dar gracias y de reconocer a la gente que nos ha ayudado a crecer

Aquí estoy escribiendo, no en la vieja máquina manual de El Carabobeño, donde solía hacerlo todos los días, reseñando la vida social de Valencia, con las extraordinarias fotos de Orlando; sin embargo, al realizar el tipeo en el teclado de mi computadora, veo la diferencia, en muchas cosas. Los recuerdos me dan nostalgia, mis manos ya no son las mismas,  ya no está Marbella Jiménez, mi gran asistente y comadre de Orlando Rincón y como si fuera poco, ya no hay sociales en este Diario del Centro, que la gente se “morían” por salir en él. Las cosas cambian y tenemos que aprender de la Langosta, que cuando le queda chiquita su caparazón se muda a otra y a otra, hasta estar cómoda;  eso se llama Resiliencia.  Muy pronto  Orlando, como muchos familiares y amigos,  también se nos ira para USA, a vivir allá con sus hijos y nietos, quienes han sido ejemplo en valores, en principios; producto  de la educación que le dieron sus padres.

Queridos lectores, esa es la vida, quizás uno se ponga más selectivo para todo: “la vida nos hace más sabios, si pudimos aprovechar el fracaso, cada dolor, cada desencanto para volvernos más fuertes, más sensibles menos perfectos, más humildes, menos ambiciosas y más humanos”.  Esto es  aprendizaje.  Es  la hora de dar gracias y de reconocer a la gente que nos ha ayudado a crecer y han estado a nuestro lado recordándonos  lo valioso e importante que han sido en  nuestra profesión. Hay mucha gente que no les gusta que le hagan  homenajes; eso también hay  que respetarlo;  pero como me dijo una gran amiga en una oportunidad: “Yo no estoy buscando homenajes, ni tampoco pido que me los hagan, pero si vienen con mucho gusto los recibo”.

Gracias Orlando Rincón, por permitirnos reconocer tu gran trayectoria.

 

 




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