Nicolás Maduro no es el tonto que muchos piensan es. Cada jugada que él hace en el tablero político venezolano la realiza con premeditación en aras de empujar e implantar, aunque sea obligado y de una vez por todas, el Socialismo del Siglo XXI, al estilo cubano, debido a su identificación con el régimen de los Castro y a su preparación política en La Habana, por varios años. La medida de recoger los billetes de 100 bolívares en 72 horas sin que se contara aun con los billetes y las monedas del nuevo cono monetario, anunciada por el Jefe del Estado el 11 de diciembre de 2016 y ratificada el 12, aunque el país estaba a punto de incendiarse, buscaba saber hasta donde el venezolano es capaz de soportarle sus decisiones inconsultas e improvisadas. E igualmente, para frenar la acumulación de ese efectivo que el mismo gobierno había lanzado a la calle, en las casas y empresas, con el objeto de evitar su enfriamiento y que la gente comprendiera certeramente los niveles de inflación con que cerraría 2016 la economía venezolana. Logró que gran parte de ese efectivo se depositase en los bancos públicos y privados para redistribuirlos, en adelante, en forma granjeada para impedir nuevamente la carencia de efectivo y la escasez de papel moneda, así como la acumulación del billete de esa nominación en la frontera con Colombia, dada su incidencia en la determinación del precio del dólar paralelo en el mercado negro de Cúcuta.
Sí, el gobierno de Nicolás Maduro logró acumular 5 mil millones de bolívares en billetes de 100 bolívares en las arcas de los bancos de la nación, pero con un impacto social que dejó muertos, saqueos, presos y una pérdida millonaria a comerciantes y empresarios, lo cual no importa a los revolucionarios, dado que el comunismo no comulga, valga la redundancia, con la empresa privada. Sí fuesen sensatas las determinaciones del presidente de la República y los integrantes de su tren ejecutivo, hubiesen decretado esa medida una vez estuviesen en circulación los billetes y las monedas del nuevo cono monetario para evitar el caos social producido por la falta de efectivo, específicamente a mediados del mes de diciembre, cuando es fundamental el circulante para las compras de la cena navideña, los estrenos de los niños y los regalos del Nino Jesús. Pero, no se pensó en los efectos de ese decreto, porque así se gobierna un país cuando la visión del gobernante, colaboradores y asesores es totalitaria.
En relación con el lavado de dinero que se dijo había detrás de ese decreto, sí lo hubo, pero fue una consecuencia y no una causa de esa decisión. Y se hizo mediante liquidaciones apuradas de dólares manejados por la mafia de Cúcuta, a cambio de bolívares, mientras bajaba la cotización y se depositaba ese papel moneda nacional en la banca de Venezuela, alerta el economista Angel García Banchs, director de Econométrica.
Aunque los billetes del nuevo cono monetario aparecieron, en pocas cantidades, el 16 de enero, el presidente Maduro prorrogó la vigencia de los billetes de 100 bolívares hasta el 20 de febrero, sabiendo que las pocas piezas existentes de los nuevos no garantizaran el circulante y, por ende, deja el de 100 en circulación por un si acaso. Es como un quita y encoge que dista mucho de su capacidad de entender las reglas del sistema financiero y monetario, porque si tuviera conocimiento no hubiese dictado esa medida en diciembre para evitar la paralización comercial y empresarial como lo logro. E igualmente, libraría al sistema cambiario de las ataduras oficiales para impedir el dominio del mercado negro de divisas. Un mercado que, según García Banchs se basa en un régimen de mafias, por cuanto el dólar a 10 bolívares se regala a un sector privilegiado de Venezuela para la importación de alimentos y medicamentos. No, obstante, el consumidor final no disfruta de esa prebenda, porque tiene que adquirir esos rubros y productos al precio del dólar negro cotizado en Cúcuta, el cual no guarda ningún tipo de racionalidad y conexión con la economía real monetaria de Venezuela.
Y como no es el tonto que muchos creen, Maduro, manda a recoger los billetes de 100 en 72 horas, en pleno diciembre, porque quería provocar el caos en el país y, por ende, los disturbios ocurridos, con el fin de justificar, luego, la detención de varios militantes de partidos políticos que le estorban en su gestión por ser contestatarios a sus nefastas políticas públicas comunistas, así como la creación del Comando anti Golpe y la continuidad de los decretos de emergencia económica. Creo el caos a través de esa medida para seguir culpando de sus errores a las fuerzas extranjeras establecidas en el imperio norteamericano y desligarse por completo de la tragedia vivida en Venezuela, a causa de su gobierno hambreador y represor. Maduro sabía que los billetes y las monedas del nuevo cono monetario no estarían en circulación desde el 15 de diciembre cuando directivos del banco Central de Venezuela dijo que comenzaría su tránsito por la nación, porque no habían cancelado su fabricación, por cuanto provocó el caos, también para culpar la no llegada de esos billetes y monedas a un supuesto sabotaje internacional que impidieron la llegada al país de las remesas de ese dinero. Increíble fue y será esa tesis manejada por el Presidente de la República, quien siempre ante la ineficacia e ineficiencia de su gobierno culpa a terceros de sus desaciertos administrativos y de gestión, pues no tiene capacidad de reconocer sus errores para enmendarlos. Siempre, sus «enemigos» foráneos serán los culpables de las desgracias que ellos producen. Una estrategia de los comunistas para imponer sus políticas, crear el caos y originar la barbarie para quedarse con lo que no es de ellos.