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La victoria de los independentistas y el éxito paralelo de un partido antinacionalista en las elecciones catalanas refleja la división de la región y alarga la incertidumbre sobre su futuro político y económico, afirman varios analistas.

– La división persiste –
Los votantes de esta región española renovaron la mayoría absoluta obtenida por los partidos independentistas en 2015 a pesar del traslado de la sede social de más de 3.000 empresas y el rechazo de la Unión Europea al intento fallido de secesión.

Por su parte, el partido antinacionalista Ciudadanos consiguió el mejor resultado con 37 escaños sobre 135, en un parlamento dominado por los 70 diputados independentistas.

Después de la impopular intervención de la autonomía regional por parte de Madrid y la violencia policial en el referéndum del 1 de octubre, los independentistas se mantienen fuertes, pero un amplio número de catalanes sigue apostando por la unidad.

«Estamos ahora en una sociedad más polarizada, más enfrentada. La posibilidad de una solución consensuada es ahora menor de lo que era hace un año», dice Oriol Bartomeus, politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona.

– El futuro de Puigdemont –
Mientras Ciudadanos ganó en escaños y votos, se queda muy por detrás de la suma de los independentistas y no dispondrá de apoyos suficientes para formar gobierno.

Los independentistas tienen así vía libre para unir fuerzas y formar un nuevo gobierno regional.

La candidatura liderada por Carles Puigdemont, depuesto como presidente catalán por Madrid, quedó primera dentro del bloque.

Pero está instalado en Bélgica y reclamado por la justicia española por presunta rebelión y sedición. Su vicepresidente, Oriol Junqueras, también diputado electo, está en prisión preventiva por los mismos cargos.

Otros seis líderes independentistas electos el jueves están en prisión o en Bélgica.

Rafael Arenas, profesor de derecho en la Universidad Autónoma, dice que Puigdemont podría volver, lo que implicaría su detención inmediata.

Él y otros encarcelados podrían ser autorizados a acudir al Parlamento para tomar posesión del escaño, pero no podrían asistir a las sesiones rutinarias. Eso haría perder la mayoría absoluta a los independentistas, pasando de 70 a 66 diputados.

Pero también crecería el malestar de sus militantes, ya indignados por el encarcelamiento de Junqueras y otros dirigentes a quienes consideran «presos políticos».

En otras palabras, una estrategia de «confrontación» y «escándalo», según Arenas.

La otra opción para Puigdemont es permanecer en Bélgica, renunciar a su escaño y seguir reivindicándose como «presidente en el exilio».

Los otros encarcelados podrían ceder su puesto a los siguientes de la lista, y se podría formar un gobierno, lo cual pondría fin a la tutela de Madrid.

– ¿Otro intento de secesión? –
Si los independentistas reanudarán o no su pulso por la independencia es incierto. Ningún partido lo ha descartado nítidamente durante la campaña, aunque las dos grandes listas secesionistas han tomado distancias respecto a la vía unilateral.

Para Inés Arrimadas, candidata de Ciudadanos en Cataluña, la división de la región no les permite hacerlo.

«Si el proceso independentista no tenía sentido ayer, hoy tiene menos sentido», dijo este viernes.

Se prevén nuevas presiones para forzar una negociación entre Madrid y los independentistas, aunque el jefe de gobierno Mariano Rajoy rechazó este viernes la petición de reunión de Puigdemont.

– Consecuencias económicas –
La agitación de los últimos meses impactó en el dinamismo de la economía catalana: el turismo se ralentizó, así como la creación de empleo y el consumo, y más de 3.100 empresas trasladaron su sede social fuera de Cataluña.

«Esperamos que las perspectivas económicas de la región sigan deteriorándose, con repercusiones para la economía nacional a no ser que lo compense el crecimiento de otras regiones», dice la agencia Moody’s.

«Nadie invertirá en Cataluña hasta que se aclare la situación», añadió el economista José Carlos Díez.

– Rajoy dañado –
El gran perdedor de los comicios fue el Partido Popular (PP) del jefe de gobierno conservador Mariano Rajoy, que quedó último y pasó de once a tres diputados.

Su popularidad siempre ha sido escasa en Cataluña pero la victoria de Ciudadanos en la región podría afectarles a nivel nacional dado que el partido de centroderecha busca robarles votos especialmente entre su electorado más joven.

«La victoria de Ciudadanos en Cataluña probablemente dará al partido un empuje adicional en las encuestas a nivel nacional», dijo Antonio Barroso, subdirector de investigación de Teneo Intelligence.

El viernes, Rajoy descartó convocar elecciones anticipadas tras los pobres resultados de su partido.




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