El título de estas breves líneas se lo pido prestado a un sesudo analista de la realidad venezolana. Y es que las cosas son como son. No es que el colapso del sistema eléctrico venezolano produzca multitud de apagones en todas partes del país. No. Es que hay un mega apagón indefinido, dentro del cual, en algunos lugares y por cierto tiempo, hay luz. Pero lo primero, es decir, el apagón sin fin, es la regla; y lo segundo, o los llamados “alumbrones”, la excepción. Por eso ya pasamos el umbral de la crisis eléctrica al del colapso eléctrico.

Todo por causa de la hegemonía roja que abandonó al sistema eléctrico, y no contenta con eso lo depredó, y no contenta con eso, se sirvió de la debacle para hacer unos negociados que dejarían pasmados a los jefes de la mafia rusa o a los jefes de los carteles mexicanos del narcotráfico. Es la pura verdad. Venezuela está sumida en un apagón sin fin, que sólo podría empezar a superarse, cuando sea superada la tiranía corrupta que lo causa.

El apagón sin fin empezó en muchas regiones del país hace varios años. Y no sólo en regiones periféricas –para usar una palabra de moda– sino en regiones tan vitales como el Zulia, Carabobo, Aragua o Lara. No hay derecho. Cuando Chávez inició su primer gobierno, en 1999, Venezuela se abastecía de energía eléctrica y sobraba, había superávit, razón por la cual se exportaba a Colombia y se avanzaban los mecanismos para exportar al norte de Brasil. Los proyectos en marcha –con todos sus altibajos– garantizaban un suministro adecuado en perspectiva de creciente demanda de energía.

Hoy en día, con la economía arruinada, con Pdvsa vuelta leña, con cuatro millones de venezolanos que se han ido del país –y que no consumen luz de acá, estamos en un apagón sin fin. Los cuentos chinos de los francotiradores y la guerra electromagnética son una burla sangrienta que supone un desprecio mayúsculo al pueblo venezolano. No un desprecio convencional. No. Uno de la peor especie. Porque el apagón sin fin, además, conlleva a la escasez masiva de agua, y a que la catástrofe humanitaria alcance ribetes subsaharianos. Es evidente, que una catástrofe semejante requiere una intervención humanitaria de la comunidad internacional.

Todo esto hay que decirlo tal como es. Sin tapujos. Y este apagón sin fin empeorará mientras Maduro y los suyos permanezcan en el poder. Lo del país de las tinieblas no es una metáfora en el caso venezolano. Si la hegemonía es superada, entonces se abrirá la posibilidad de una reconstrucción del sistema eléctrico nacional. Pero repito: una posibilidad. Garantías como tales no las hay. La destrucción ha sido demasiado profunda y extensa como para crear expectativas falsas. También serían cuentos chinos. Y eso también se aplica a cualquier dimensión de la vida nacional.

Desde luego que, en estas materias, una posibilidad es colosalmente mejor a una imposibilidad. Con la hegemonía roja la superación del apagón indefinido es una imposibilidad. La superación de la tragedia y de la catástrofe derivada es una imposibilidad. Hay que luchar, entonces, para hacer realidad un cambio verdadero y positivo que le abra al país la posibilidad de su reconstrucción.

flegana@gmail.com




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.