“Nunca hay que dejar pasar esta fuerza que crea más fuerza si se impulsa en el momento adecuado.” Antoni Gutiérrez-Rubí

El término «momentum» no es una palabra fácil de traducir. Tuvo su origen en la física, y quien la colocó por primera vez no fue otro que Isaac Newton. La física define momentum como «el producto de la masa de un cuerpo por su velocidad medida en un determinado sistema de referencia».

En otras palabras: el término momentum define el efecto que la masa y la velocidad tienen en un cuerpo en movimiento: es el empuje generado por un objeto en movimiento.

En comunicación política, el término se emplea para expresar el impulso —en cuanto notoriedad y oportunidad— que una idea o persona tiene en un momento determinado, bajo un contexto determinado. El momentum se presenta como imparable, inevitable por extraordinariamente oportuno, por saber conectar el espíritu del momento. Así lo presenta Rodrigo Borja en su Enciclopedia Política: “Esta palabra latina designa un concepto extraordinariamente importante en la vida política: la oportunidad propicia —que con frecuencia es oportunidad única e irrepetible— para hacer algo exitosamente. El momentum de la acción política es fruto de una serie de circunstancias objetivas y subjetivas que concurren en una coyuntura dada y que posibilitan el éxito de una iniciativa o de una operación política”.

Identificar temas y sensibilidades de cada momentum permite, de igual forma, sacar temas que no están presentes en la agenda mediática, pública ni política, pero que pueden contar con un cierto consenso, tal como solía afirmarlo el recordado Profesor Antonio Cova.

El economista Albert Hirschman, quien conoció muy de cerca la idiosincrasia latinoamericana, pues vivió largo tiempo en Colombia, apuntó que existen ciertos momentos en donde los ciudadanos aceptan y abren terreno a que se empleen grandes energías e ideas para mejorar en conjunto (interés general y colectivo). En consecuencia, la causa de esta alternancia estaría en la frustración de las expectativas iniciales y en los excesos de las políticas de cada ciclo. El recorrido de esa frustración y esos excesos hacen que, según Hirschman, las sociedades operen como un péndulo, el cual depende de cada impulso, de cada momentum.

Con la finalidad de caracterizar los elementos presentes en el entramado político, utilizamos el concepto de momentum para dar cuenta de la cantidad de movimiento necesario para producir la superación de la inercia ante la cual en el país no se vislumbraba con nitidez la salida de este marasmo.

La unidad de los factores demócratas debe propiciar suficientes dosis de prudencia que les permita recuperar la confianza perdida. Por supuesto que le faltan unos cuantos nudos – no sabemos si Gordianos- por desatar.

Ese tremendo esfuerzo será reconocido por la sociedad, pese a la matriz de opinión contraria, que se empeña en crear algunos sempiternos opositores mediáticos de la oposición, que tal vez sin percatarse llegan a una muy cercana coincidencia con Maduro y sus secuaces, quienes esperaban que con la última patada a propinada a la sola propuesta de referéndum revocatorio – ya costumbre en el carácter totalitario del régimen- se disiparía la participación verdaderamente democrática en cualquier proceso que ponga en riesgo la permanencia de la ruindad del régimen en el poder.

Queda un buen trecho por recorrer, y muchos obstáculos que sortear que podrán a prueba la prudencia, la mesura y el espíritu unitario que se requiere. Pero también van a poner a prueba la firmeza y la determinación para tomar decisiones muy complicadas, complejas, difíciles o peliagudas en las que nadie podrá colocarse por encima de las reglas establecidas consensualmente.

La reivindicación de la política y del estamento político requiere de acciones precisas lograr la confianza y credibilidad de la ciudadanía De la Plataforma debemos esperar firmeza en sostener el respeto a sus propias reglas. Firmeza y coherencia es lo que debe imperar en estos complejos tiempos. Este es el momentum de sensatez pero, igualmente, de responsabilidad y temple. Y de un grado sumo de integridad en todos los protagonistas.

Manuel Barreto Hernaiz




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