San Jerónimo, el patrono "bochinchero" de la rebelde ciudad nicaragüense de Masaya está en huelga. (AFP)

San Jerónimo, el patrono «bochinchero» de la rebelde ciudad nicaragüense de Masaya está en huelga.

La parroquia que guarda la milagrosa imagen desde tiempos remotos y sus devotos suspendieron este año las fiestas y procesiones en homenaje al santo «milagroso» por los cientos de muertos y detenidos que deja la represión a las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega.

«Estamos muy dolidos por el prójimo que murió y porque sigue la represión», dice a la AFP Socorro Castillo, de 72 años quien llegó a venerar al santo en oración dentro de la parroquia, debajo de cuyo campanario cuelga un enorme lazo negro en señal de luto.

Sus pobladores, dice la locuaz anciana frente al altar del santo de barba blanca, no olvidan cómo los policías antimotines y paramilitares desalojaron semanas atrás a balazos a los manifestantes en Masaya y otras ciudades que se rebelaron contra el gobierno desde abril.

Con más de 100.000 habitantes de raíces indígenas y una historia de rebeldía, Masaya, 30 km al sur de la capital, fue la ciudad más golpeada por la represión y la última en caer ante las fuerzas del gobierno, que emprendieron una «operación limpieza» para retomar control de ciudades y carreteras en manos de manifestantes.

La violenta represión dejó más de 320 muertos, la mayoría civiles, según organismos de derechos humanos.

Esta vez, las fiestas patronales no tienen «el mismo esplendor» porque «hay mucha tristeza y dolor en el ambiente» por los muertos, detenidos y secuestros de manifestantes, explica a la AFP el párroco de la iglesia José Espinoza.

Afirma que el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, «dejó este año a criterio de cada parroquia» los festejos religiosos debido a una de las peores crisis que vive el país desde la década de los 80.

En Masaya, la parroquia decidió celebrar «en un ambiente de oración, recogimiento y sobriedad», y miles de feligreses llegaron a cumplir las promesas frente al santuario de San Jerónimo, conocido como el santo de los pobres y los enfermos.

«Estamos de acuerdo con la iglesia por tantos muertos que ha habido», dice a la AFP Gerardo Díaz, de 63 años, quien con sus dos hijos agradecía con una vela en la mano la protección del santo, en cuyos lados destacan la bandera de la iglesia y de Nicaragua.

Gemelo del santo desafía luto

Pero el presidente Ortega, quien acusa a sus opositores de «golpistas», asegura que el país ha retornado a la normalidad después de las «terroríficas» protestas que iniciaron el 18 de abril y que persisten con menos intensidad por la represión.

Cerca de la iglesia, debajo de una improvisada carpa, partidarios del gobierno alistan una réplica de la imagen de San Jerónimo con ayuda de tradicionalistas religiosos y la alcaldía de la ciudad, para hacer su fiesta al son de una banda filarmónica.

Escoltado por decenas de antimotines, el «gemelo» del santo sale sobre su peana a recorrer la ciudad sin la bendición del sacerdote ni el tradicional repique de campanas.

«Nos da pesar que el padre no abrió las puertas (para sacar al verdadero) a San Jerónimo, hace mal», reprocha la joven Hazel Rodríguez, mientras bailaba en medio de la bulliciosa procesión.

«El pueblo es el que manda, no el padre», señala su pareja Milton, quien cargaba a su hija sobre sus hombros, convencido que la réplica del santo es tan milagrosa como la verdadera.

«Estoy aquí por devoción», dice por su lado Josefa Urbina, quien desde hace 20 años asiste a las fiestas patronales de Masaya, que arrancan en agosto y terminan en octubre, en medio de dos masivas procesiones, carnavales y actividades culturales.

El gobierno también organizo festivales gastronómicos, desfiles hípicos, bailes y reabrió el famoso mercado de artesanía de la ciudad, que se incendió durante los disturbios en las protestas.

«El gobierno lo hace para burlarse del pueblo y la iglesia. Se burlan de todos los que no están de acuerdo con ellos y ahora se burlan del luto del pueblo», denuncia Francisco Villareal, de 52 años.

«Es una falta de respeto, es una provocación, Masaya está de luto», critica Martín González, de 58 años.

En mayo, en medio del auge de las protestas, los opositores y seguidores del gobierno se pelearon por el color que debía llevar la estatua del héroe nacional, Augusto César Sandino, en su ciudad natal de Niquihomo, vecina de Masaya.

Mientras los opositores lo pintaban del color azul y blanco de la bandera, con la que simbolizan su lucha contra Ortega, los sandinistas la retocaban con el rojo y negro de la bandera del partido de gobierno. AFP




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