“El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe.” Alexis Carrel.

Recientemente conversábamos un grupo de amigos acerca de los temas que esperábamos serían tratados por los candidatos a las Primarias, y si bien salió a relucir la inflación, la inseguridad, la propiedad privada, la educación, la salud; la precariedad laboral; lo que de manera unánime quedó en el tapete fue precisamente un tema tan antiguo como la misma Humanidad, puesto que una política verdadera es aquella que se desarrolla dentro de los límites de lo ético.

Esta fue al parecer, la intención de Platón al escribir el Gorgias: plantear la cuestión de los principios morales que deben informar el bien político. En la mayoría de los escritos que se ocupan del asunto se lee que la palabra «ética» deriva del griego éthos, que quiere decir costumbre; a su vez «moral» deriva del latín mos, que significa también costumbre. En términos prácticos, se puede aceptar que la ética es la disciplina que se ocupa de la moral, de algo que compete a los actos humanos exclusivamente, y que los califica como buenos o malos, a condición de que ellos sean libres, voluntario, conscientes.

A pesar de que se intente negarlo, la moral y la política están estrechamente vinculadas. Que lo político no siempre se da dentro de los límites de lo ético, es un hecho que se muestra a lo largo de la historia de la Humanidad. La crisis socio – política que existe en nuestro país, es demasiado preocupante y de manera inexorable, nos ha ido llevando a un estado de descomposición moral que se extiende por casi todos los estamentos que conforman nuestra Nación.

Según los entendidos en estos menesteres, la moral y el sentido de la dignidad, se adquiere en los primeros 7 años de vida con los padres y posteriormente en las escuelas o durante la vida cotidiana. Estas condiciones humanas se aprenden y cultivan durante toda la vida, pero son mayormente influenciadas por el medio; pero… ¿Cómo hacer con una sociedad resentida y violenta que ha crecido, en un 80%, sin el padre, sin la madre, y en muchísimos casos, sin ninguno de los dos?

Ha sido casi un lugar común en estos disparatados años escuchar aquellas consignas que vociferaban que “el soberano dejaría de ser objeto, para transformarse en sujeto…” Aquí lo que se ha logrado tras dos décadas de disparates no es otra cosa que una sociedad que busca el placer y evita el esfuerzo y el trabajo, que hunde sus raíces en las costumbres, prácticas y en la idiosincrasia de la «viveza” criolla.

Para nadie es un secreto: la crisis moral es el telón de fondo de aquello que nos afecta directamente: el descalabro de lo que fue un pobre país rico, la sinrazón de tanta violencia, odio y resentimiento y la disolución de la convivencia social.

Estamos cosechando una siembra de amargos y despreciables frutos: oportunismo, deshonestidad, astucia, engaño, egolatría, desprecio por el esfuerzo y falta de respeto por los demás. Si responsable y comprometidamente queremos salir de este marasmo se hace menester cambiar esas prácticas populistas y demagógicas, reemplazando las dádivas por el trabajo, porque el país no puede avanzar sin trabajar, con una actividad disciplinada y productiva.

Hay que cambiar la corrupción por la honestidad, el individualismo por la solidaridad, la anomia por el respeto a las normas y, en definitiva, la viveza y sinverguenzura por la inteligencia y el trabajo para llegar a tener un país respetable. La capacidad de recuperación de nuestro país está ligada a la comprensión y superación de que tanto retroceso y tanta crisis en un país que todo lo tiene, está ligado más a la conducta y forma de ser de la sociedad que a factores externos. La única condición moral de que tenemos que preservar, es la del compromiso. Pero no el compromiso fácil con las pancartas y las consignas previsibles, sino con los valores que nos configuran como ciudadanos libres y no como súbditos. Un compromiso contra el régimen y sus secuaces. Pero también contra los amigos que prefieren mirar hacia otro lado y disparar a los blancos fáciles, porque el miedo o la aquiescencia les impiden saber quiénes son los verdaderos enemigos.

La crisis moral es el gran tema de nuestro tiempo, el enorme reto que hemos de abordar con el fin de legarle a las generaciones futuras un país más justo, libre y solidario. Vivimos tiempos en los cuales se pisotean los valores morales y se impone una nueva ética soliviantada por el consenso, lo que nos convoca, de manera ineludible, a realizar el esfuerzo que sea para que los valores vuelvan a fundirse con los principios. Uno de los grandes retos que se nos plantea es lograr que la gente que tenga poder tenga también ética. Que la ética llegue al poder será parte de la salvación de nuestra Nación. Un importante reto para un nuevo gobierno estará precisamente en la capacidad de dar una adecuada respuesta moral.

Manuel Barreto Hernaiz




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.