Aparentemente, pero solo aparentemente, una democracia dictatorial es una locución carente de toda lógica, porque está formada por dos palabras con un significado completamente opuesto, creando una expresión de original contraste como …un silencio ensordecedor, una lúcida locura, un hielo hirviente!  En efecto y limitándonos al tema de hoy día, ¿cómo es posible hablar de “democraciadictatorial cuando los dos términos son completamente antónimos y la presencia de uno presupone  la ausencia del otro? Y eso, porque en un régimen dictatorial el gobierno impone su autoridad violando abiertamente la Constitución, inhabilita drásticamente una Asamblea Nacional electa con mayoría absoluta por el pueblo, asumiendo funciones legislativas que, a lo mejor no le corresponden, violando la legislación vigente¸ mientras que en un sistema democrático,  los principales poderes del Estado, tales como el Ejecutivo, el poder Legislativo, el Judicial etc… en el pleno y más  estricto acatamiento de las leyes, no solamente son completamente autónomos sino que se controlan recíprocamente para evitar abusos y atropellos a la Carta Magna.

Ahora bien, frente a esos cuadros poco edificantes, tenemos que entender que los típicos golpes de Estado sangrientos para hacerse con el poder o los clásicos “madrugonazos”, lamentablemente muy normales en nuestra América Latina durante el siglo XX, hoy día están en desuso y han sido suplantados por eso que yo llamo “golpes de Estado blancos”, o sea disfrazados detrás de una pantalla de falsa democracia, evidentemente para no correr el riesgo de ser relegados por el mundo internacional, tanto desde el punto de vista económico como diplomático.

Y así, en vez de las armas y de la violencia, se recurre a referendos incostitucionales, a procesos electorales con escrutinios manipulados y por ende falseados, a un ventajismo vergonzoso por parte del oficialismo, llegando al extremo de corromper a eventuales observadores extranjeros para que declaren “urbi et orbi” y con una desfachatez sin límites, que todo ha sido limpio y transparente.

En otras palabras no se está perpetrando un golpe de Estado para alcanzar el poder  sino para perpetuarse en él. Es de perogrullo entonces que esos poderes  a través de esos tortuosos  caminos de la ilegalidad pero bajo un falso tapujo de legimitidad, no puden llamarse “dictaduras ní mucho menos “democraciassino, en plena sintonía con mi artículo de hoy, dictaduras democráticas”, aunque, con la venia de ustedes, me permito poner la palabra  “democracia” entre comillas!

Desde Italia  –   Paolo Montanari Tigri




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