Érase una vez un pobre náufrago que el viento y las olas del mar echaron sobre una pequeña isla solitaria, abandonada y completamente deshabitada. El pobre hombre se sintió perdido y todos los días escrutaba  el horizonte con la esperanza de ver en la lejanía un barco, aunque fuera pequeño, que representara su salvación…pero no se veía nadie.

Con el pasar de los días, tratando de medio sobrevivir, decidió construir una pequeña cabaña para protejerse de la lluvia y del sol hasta que un día, regresando de sus andanzas cotidianas en las que trataba de procurarse un poco de comida, probablemente debido a la caída de un rayo, se prendió el fuego en la cabañita y una larga espiral de humo salió hacia el cielo. El pobre naúfrago estaba desesperado mas despues de algunas horas, quizás debido a la señal de la espiral de humo que salía hacia el cielo, un barco se estaba acercando a la isla. Era la salvación!

He querido compartir con ustedes esta parábola del escritor inglés John Yates, publicada en una revista religiosa, cuya moraleja deberíamos tratar de aprender y aplicar en nuestra Venezuela, un país con muchos recursos pero en este momento lleno de dificultades y de conflictos, un país con miles de problemas, un país, usando la misma metáfora de la “espiral de humo” con muchos naúfragos: “Aunque en el momento no parezca posible, hay siempre una serie de dificultades que se nos presentan en la vida cuyos efectos pueden ser positivos para nuestra felicidad”.Cuantas veces nos sentimos como perseguidos por la malasuerte, por la desdicha y la desventura, cuantas veces vemos a nuestro futuro completamente negro… y en esos momentos es fácil deslizarse y caer en el remolino oscuro y engañador de la desesperación, en la gorga del pesimismo que nos impide ver aunque sea el mínimo puntito de luz.

Yo creo poder decir entonces que no existen momentos en la vida  en los cuales no haya, así sea sumergida en el regazo oscuro del mal, una posibilidad de esperanza y de salvación. Hay mas, justamente es a través de pruebas decisivas e inesperadas que a veces se produce esa liberación, como sucedió con el naúfrago nuestro. Lo importante es tener dentro de nosotros esperanza y fé y no caer en la tentación de cerrar los ojos y no dejarnos hundir en el vacío y en la desolación. Vamos a tratar entonces con auténtico espíritu de pertenencia a nuestra Venezuela, que cada uno de esos problemas enormes que condicionan la vida de ese pobre país, se conviertan en la espiral de humo que señala el camino a seguir, porque la crisis que vive el país es una crisis de incompetencia, es una crisis de ineptitud, es una crisis de incapacidad de planificación y a todo eso si podemos vencerlo.

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri

 




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