Logo y trofeo de la Eurocopa 2020. / Foto archivo

Inglaterra nunca ha estado tan cerca de hacerse con la Eurocopa y este domingo, 55 años después de una última final disputada, ganando la Copa del Mundo de 1966, la actual hornada de los ‘Tres Leones’ aspira al título que nunca consiguió, y tendrá enfrente a una Italia reconstruida, ganadora de nuevo, y que ya sabe lo que es saborear el cetro continental.

Los ingleses de Gareth Southgate han aprendido de los errores del Mundial de Rusia 2018 para escapar de las semifinales, su tope desde 1966, y llegar a una final que se presenta como una alfombra roja hacia el trofeo. Jugarán en casa, ante más de 60.000 espectadores y sin la posibilidad de que la afición rival pueda venir hacia Londres. Tendrán los italianos que confiar en su hinchada asentada en Inglaterra, algo que ya les valió contra Austria en octavos y contra España en semifinales.

En lo futbolístico, Southgate ya ha encontrado su once tipo, pese a la cantidad de variables con las que juega. Declan Rice y Kalvin Phillips son imprescindibles en el medio del campo, así como Luke Shaw, John Stones, Harry Maguire y Kily Walker en defensa. Mason Mount ya ha vuelto a la titularidad tras su aislamiento, mientras que Raheem Sterling, tres goles en el torneo, y Harry Kane, cuatro, son insustituibles.

Southgate ha confiado en Bukayo Saka en dos de las tres eliminatorias y podría volver a hacerlo para la final, aunque en su puesto también podrían entrar Phil Foden, Jadon Sancho o Jack Grealish, todo alternativas de calidad para servir balones a Kane.

Italia llega a Wembley a completar un trabajo empezado hace tres años con Roberto Mancini. El técnico italiano recogió a un equipo hundido, sin ideas ni confianza, y lo convirtió en un grupo que este domingo peleará por la gloria europea.

«Solo un loco dijo hace tres años que podíamos llegar a este punto, y es Mancini. Siempre creyó en nosotros. Somos un grupo maravilloso, y llegar a este punto tras tanto sufrimiento es algo extraordinario», afirmaba el centrocampista Federico Bernardeschi tras ganar la semifinal en la tanda de penaltis contra España.

Con la fuerza de la tranquilidad, con su liderazgo y trabajo, Italia ha actualizado su juego, dando un paso adelante, atacando más y jugando mejor, sin olvidar su ADN y la atención defensiva, la base de los anteriores cuatro Mundiales y de la Eurocopa de 1968.

La guinda puede llegar este domingo en Wembley, donde Mancini confirmará al 4-3-3 visto en las semifinales, con Gianluigi Donnarumma en la portería, detrás de Giovanni Di Lorenzo, Giorgio Chiellini, Leonardo Bonucci y Emerson Palmieri.

Intocable el trío del centro del campo, compuesto por Nicoló Barella, Jorge Frell Jorginho y Marco Verratti, mientras que el tridente lo formarán Federico Chiesa, Lorenzo Insigne y Ciro Immobile.

Es la cuarta final para Italia en una Eurocopa, tras la que ganó a Yugoslavia en 1968 y las que perdió en 2000 contra Francia y en 2012 ante España (0-4).




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