“El silencio frente a la injusticia es una forma de complicidad.”
Vaclav Havel.
La esperanza en la resolución inmediata de los problemas, que laceran a una sociedad, de una manera inmediata, cuasi milagrosa es una pulsión connatural al hombre, por ende, la fe se asocia al miedo, se entrega todo a la fe, cuando el miedo y el horror parecen imbatibles, invencibles, la fe se respiraba en Auschwitz, Así pues, Víctor Frankl, llegó a escribir “Quien no tiene un porque para vivir, encontrará un cómo” (Frankl, 2021), justo Frankl es conocido por seguir el estoicismo y lograr por medio de la logoterapia vencer al horror y sanar desde la racionalidad. Pero en las fauces de Auschwitz, se respiraba el miedo, de los hornos, el olor de la nebulización del amoníaco en las cámaras de gas, devenidas duchas, de donde dalia thanathos y el horror de la peste del tifus, ese que convirtió a la joven Ana Frank y a su hermana Margot, en dos costras vivientes, cuanta falta nos hacen las lecciones de coexistencia para la vida de los espacios de esta infelizmente famosa niña tras la vitrina.
No todos queremos vivir tras un mueble, no todos tenemos alma de cosa, por el contrario, nos compelen estos momentos a ser racionales, a exigirnos y exigir, estoicismo, valentía, madurez, otredad. Son momentos en los cuales debemos exiliar la vanidad, la malacrianza, las pataletas, la inmediatez, nos enfrentamos no con una dictadura o una tiranía tradicional.
Estamos en una fase de liberalización de choque entre quienes deseamos ser libres y quienes juegan a la coptación. La hegemonía se encuentra perforada, pero ello la hace más peligrosa, pues saben que su poder de negociación es limitado (O Donell, G; Schitter P, 1994).
Es fácil ubicar la fase en la cual, nos encontramos, es una tiranía herida, más no vencida, por otra parte, hay que entender de una vez que no sirven los manuales comunes sobre tramitología, bien sea el de O Donell y Schimitter, sus visiones criticas que han inspirado a autores como De la Fuente Ramón, Val Blanco Luis, et al, de la Universidad de México y otros más, pues en Venezuela opera una gansterilidad que se ha apoderado de todos los poderes, enquistando la práctica oficial y vestigial del fascismo del imperio romano, en sus peores momentos, esa gansterilidad es más compleja, peligrosa y lesiva que cualquier autoritarismo, pues el locus político no se entiende, se sustituye por la violencia que decosntruye, una “ violencia performativa y otra ético política” (Derrida, 2018), la primera de manera pasiva despersonaliza y permite destruir al sujeto, la segunda le confiere rango ético a los atropellos, dotándoles de vicios de legalidad, es decir crear una justicia ad hoc, para sus intereses, quienes no se suman a este juego son sencillamente aplastados.
No son políticos, simulan serlo y su conducta es gansteril, pueden bien perseguir, desaparecer, torturar, aniquilar o comprar voluntades, de allí surge esa oposición reptante, emética. Escindida de valores, comprable, cosíficante, alienante, de esos intersticios morales surgen los escorpiones y los traidores, al ser una hegemonía que nihilista el mal, hace potable la traición, las mudanzas de principios y quienes son expoliados por el monstruo involucionarío, se convierten en resentidos con el estado natural del horror, denuncian e intentan lavar el lodo de sus hechos pasados, pero la peste a traición de aquel lado y la desconfianza de los secuestrados, les propinan una existencia terrible.
La moral, no es una cuestión de tallas o de ocasión. Eso es una manera de honrar la vida:
Como colofón final, es menester informar que los cambios de postura no aplican en este horror, pues hablamos del mal absoluto, no se tienden puentes de plata a quienes vienen de las entrañas del monstruo que nos destruyó el destino, menos podemos asumir a los colaboradores del chavismo, como voces calificadas de la libertad. Como evangelistas del bien, por el contrario, son cómplices arrepentidos, al tener la mínima oportunidad de regresar a las ubres del adefesio involutivo, mostrarán dientes y uñas como las huestes de Putifar, volverán a sus pulsiones aviesas, abyectas y crueles contra cualquier forma de pensar distinta.
Los caídos en desgracia no están invitados a la reconstrucción de haberla, se conformarán, con nuestra bondad al no pedirles cuentas, pero jamás contarán con nuestra confianza, ellos serán siempre vistos como los artífices del horror chavista, pues no existe un chavismo virtuoso y un madurismo retorcido, ambos son la misma cara diferentes realidades, ambos desprecian la libertad, la pluralidad, el bien común y son responsables de este doloroso exilio, que es una puntada aguda en el pecho que automáticamente nubla los ojos.
Este llamando, lo hago para esos caídos en desgracia, que escriben en redes líquidas y son repetidos, por nuestros extraviados secuestrados, como sí se trataran de santos evangelistas bíblicos, dignos de la hagiografía católica, esos son sencillamente crueles expoliados de la carroña en la cual han convertido al país, buitres quienes esperan su turno, por ende la moral no es una cualidad que viene y se va, la moral es una postura ante la vida, un hecho ontológico y no se combina según la ocasión, en tal sentido quienes aplaudían a Chávez, mientras expropiaba negocios o despedía silbato en boca a gerentes de la PDVSA, del mérito, son sus cómplices y jamás serán voces calificadas y menos morales, allí entran los Ramírez, los Giordano, los Navarro y la periodista María del Pilar Hernández ( Maripily), esta última desarrolló un sentido muy tardío y maleable de la otredad, se ocupa de los desmanes de maduro, pero bien aplaudía los fraudes electorales de Chávez desde el balcón del pueblo a guisa de primera dama, bien aplaudió el cierre de Radio Caracas Televisión y el despido d sus colegas, bien gritó así se gobierna cuando nos amenazaba con gas del bueno y bien calló la masacre del 2002 tanto en el puente Llaguno, como los de Altamira. Ahora sufrió una mudanza digna de la obra de Gallegos, y se intenta presentar como un adalid de la libertad, lo más grave es que existen ilusos opositores que caen en ese fango pegajoso y la citan cual referencia, insisto ese es el destino del traidor ser desconfiado por el traicionado y jamás ser recibido por el nuevo grupo.
Finalmente, la manida juramentación expresa de Nicolás Maduro, representa el carácter opaco de la misma, su absoluta invalidez y inejecutabilidad por manipulada e inexistente, por violatoria al mandato popular, “se juramentó pues, el pasado 10 de enero un golpe de Estado a la voluntad popular, para perpetuarse en el poder” (Linz, 2019), nada sorprende, nada deprime, todo compromete a la lucha, no somos cobardes, el día anterior todos tragamos gas del bueno, ese que nos ofreciera Chávez y aplaudiera, frenéticamente María del Pilar Hernández, las calles fueron todas por los sin poder, para pedir la verdad, en eso se nos irá la vida, pero aquí nadie siente derrotas, sino la necesidad de luchar por la libertad y el bien, por el deseo visceral de sentirse ser humanos, por existir, más tarde que temprano estaremos conspirando en tierra natal, es menester aclararles a los gorilas, con títulos de Doctores en represión que conspirar es respirar el mismo aire, en la misma tierra, esa que guarda a nuestros muertos, que nos huele a casa y en la cual no somos extraños, desde luego no habrá más de un nefelibata que prefiera la Gran vía y el Oso y el Madroño, a los Próceres, a la Plaza Cristóbal Rojas, al calor del hogar, la estulticia no tiene límites y en lo personal yo no me voy, no me da la gana de dejarles el país a estos cuatreros, mientras tanto espero la justicia y la decencia como en coloquio bajo el laurel.
“Quiero que me cultives, hijo mío,
en tu modo de estar con el Recuerdo,
no para recordar lo que yo hice,
sino para ir haciendo.
Que las cosas que hagas lleven todas
tu estampa, tu manera y tu momento.
Y cultiva mi amor con tu conducta
y riega mi laurel con tus ejemplos.
Viviendo estás los años más sucios de la Historia,
pero si sobrevives, será tu tiempo el tiempo
de la bondad triunfante, de la justicia erguida,
donde la voz alcance la libertad del sueño;
para entonces, quisiera que fueras bueno y grande,
que tu conciencia fuera, no de un hombre, de un pueblo,
pero que tu grandeza fuera la cosa tuya
y tu bondad la cosa tuya y de mi recuerdo.
Tú eres el hombre, hijo, de la hora esperada,
pero si has de creerme, la bondad es lo cierto,
y para poseerla, precisa ser valientes;
la bondad es lo dulce del valor y el respeto.
Si alguien te pide tu sabiduría,
dásela, aunque se niegue a creer en tu credo;
si alguien te pide un pedazo de pan,
dáselo y no preguntes bajo qué tienda va a comerlo;
si alguien te pide tu amistad,
dásela, aunque no piense como tu pensamiento:
si alguien te pide agua,
dásela y no preguntes si va a regar su huerto,
si va a calmar su sed, si va a lavar sus manos,
si va a ponerla en tierra para hacer un espejo.
Para el bueno, la idea tiene el ancho del mundo
y un pan es del tamaño del hambre del hambriento.
Como si fueras de cristal,
realízate por dentro,
como si un mundo de miradas te estuviera mirando,
como si el pueblo tuyo te tuviera de espejo
para que se peinaran sus hijos
la conciencia mirándote el corazón entero.
¡Ay, la Patria y sus niños! mientras hablo, hijo mío,
quiero besar a un niño de mi pueblo,
con el sol de mi tierra entre sus ojos
y el amor de mi madre entre mi beso.
La Verdad, sólo Ella en tu conducta,
tan solo la Verdad en tu cerebro,
pero que al corazón le quede algo
de las dulces mentiras que te enseño;
que en el profundo bosque son verdades
las fábulas del tigre y el conejo;
que el mundo tiene un pájaro que habla,
un agua de oro, el canto de un madero
y un corazón que marcha, sin mirar hacia atrás,
hasta llegar a ellos;
que ha de volver, sobre el caballo flaco,
con Sancho al lado, el hondo caballero;
que el día es del trabajo y del amor la noche,
que no hay casa sin pan, que el hombre es bueno,
que el pez navega por lo azul del agua
y el ave
vuela por amor al viento”.
Andrés Eloy Blanco Coloquio Bajo el laurel.