En la jerga hípica las “gríngolas” son esas guarniciones de cuero que se ponen al lado de los ojos de un caballo para que mire solamente de frente. Es un venezolanismo que no aparece en la RAE y cuyo sinónimo en castellano es “anteojera”.
Pues bien, utilizando ese término en sentido metafórico, yo quisiera hacer un llamado, tanto a los simpatizantes de este régimen como a los que lo adversan, para que no enfoquen la situación del país con la mirada puesta en una sola dirección, como hace el caballo que tiene las gríngolas puestas, sino de una manera objetiva tratando de espaciar a 360 grados para poder así tomar conciencia de la realidad del país.
Ciertamente no es nada fácil porque, mientras los primeros, quizás debido a una forma de exaltación que mucho se parece a fanatismo, propenden por enaltecer las pocas cosas positivas hechas en estos veinte años y justificar las cosas negativas, los otros hacen lo contrario. Ahora bien, frente a esa carencia de imparcialidad, pregunto:¿cómo se hace para poder emitir una opinión justa sobre esta Venezuela…revolucionaria?
Tratando de despojarme de esas “gríngolas” que, sin duda alguna condicionan mis apreciaciones políticas, voy a tratar de dar una respuesta a esa pregunta que mucha gente se hace y no solamente en Venezuela. Por ejemplo, yo creo que el método utilizado por Chávez y luego por Maduro para tratar de ayudar a los pobres, o sea el de regalar dinero con la demagógica excusa de estar repartiendo los ingresos bajo el llamativo nombre de misiones, no sea el más adecuado.
Yo creo que es fundamental crear las condiciones de estabilidad para trabajar enseñando a pescar y no regalando el pescado. Del mismo modo los partidarios de este régimen tienen que tomar conciencia de que el plan primario de este gobierno es el de convertir a Venezuela en una nueva Cuba tratando de imponer una revolución castrista, cuyos resultados dramáticos están a la vista. Y para eso han convertido a las FFAA en el brazo político de su revolución violando abiertamente el artículo 328 de la Constitución. ¿Es eso lo que quiere el país?
Desde Italia – Paolo Montanari Tigri