(Foto: Archivo)

Unicef expresó hoy que considera «lamentable y alarmante» la expulsión por parte de Etiopía de siete altos funcionarios de agencias humanitarias de la Organización de las Naciones Unidas -incluida Unicef-, mientras prosigue la crisis humanitaria en la región etíope de Tigray a causa de la guerra.

«La decisión del Gobierno etíope de expulsar al representante de Unicef en el país -junto con otros miembros del equipo de liderazgo de la ONU- es lamentable y alarmante», señaló la agencia encargada de los asuntos de la infancia en un breve comunicado.

«Unicef ha estado presente en Etiopía durante más de 60 años trabajando para avanzar y proteger los derechos de los niños más vulnerables. Mientras la situación humanitaria en el país se deteriora -con los niños llevándose la peor parte- nuestro trabajo es más urgente que nunca», recalca el mensaje.

La agencia de la ONU indicó también que tiene «plena confianza» en los equipos que trabajan sobre el terreno para «salvar las vidas de los niños», guiados «como siempre» por los «principios de imparcialidad, humanidad, neutralidad e independencia».

«Nuestros programas continuarán. Nuestra única prioridad es apoyar a los niños que necesitan urgentemente nuestra ayuda, estén donde estén», concluyó Unicef.

El Gobierno de Etiopía anunció este jueves la expulsión de siete altos funcionarios de la ONU, que fueron declarados persona no grata por «entrometerse en los asuntos internos» de Etiopía, y a los que dio 72 horas para salir del país.

La medida se adoptó después de que organizaciones humanitarias denunciaran el acceso limitado a la región norteña de Tigray, que se mantiene en conflicto con el Gobierno central.

La ONU ha advertido repetidamente de la grave crisis humanitaria en Tigray y otras zonas y ha denunciado en varias ocasiones las dificultades que está encontrando para llevar ayuda a la población.

La guerra de Tigray comenzó el pasado 4 de noviembre, cuando el Gobierno etíope lanzó una ofensiva contra el Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT), partido que gobernaba la región entonces, tras una escalada de tensiones políticas y en represalia por un ataque contra una base militar federal.

El pasado 28 de junio, el Ejecutivo etíope anunció un «alto el fuego unilateral humanitario» y el Ejército se retiró de varias ciudades tigriñas, incluida la capital, Mekele-, pero las fuerzas amharas -que peleaban junto al Gobierno y anexionaron de facto zonas sobre las que reivindican derechos históricos-, siguieron allí.

En ese contexto, los rebeldes de Tigray recuperaron terreno y el conflicto se extendió a las regiones vecinas de Afar y Amhara.

Desde noviembre, miles de personas han muerto, unos dos millones se han visto desplazados internamente en Tigray y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.

Además, casi siete millones de personas afrontan una «crisis de hambre» en el norte de Etiopía por la guerra, según advirtió el pasado mes el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

Al igual que Unicef, la propia ONU y actores internacionales como la Unión Europea enviaron también este viernes mensajes lamentando las expulsiones ordenadas por el Gobierno etíope. EFE




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