Las universidades siempre han sido instituciones de formación de profesionales, de enseñanza superior, formadas por diversas facultades que otorgan distintos grados académicos. También pudiéramos definirla de una manera mucho más simple: es aquella donde hay salones, pupitres, alumnos, profesores, laboratorios y pizarrones, de donde egresan profesionales para integrarse al mercado de trabajo. Estas son, pues, definiciones generales, digamos convencionales. Definiciones que se ajustan casi perfectamente a muchos centros de estudios superiores en otras regiones, fundamentalmente en países desarrollados donde la vida transcurre sin mayores contratiempos.
No ha sido el caso de las universidades venezolanas ni el rol que les ha correspondido ejercer a sus jóvenes estudiantes que han enfrentado las dictaduras de Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez, y más recientemente a los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Aquellos sempiternos huéspedes de La Rotunda, de Guasina y Sacupana, tan infames como Las Tumbas del Sebin. Otros, de menor suerte, sus huesos descansan en los camposantos a todo lo largo y ancho del país.
Hoy la Universidad de Carabobo (UC) vive la amenaza de los oscuros enemigos empeñados en apagar la luz de la inteligencia: Nicolás Maduro y su fiel e incondicional partidario Rafael Lacava. El juramento del gobernador Lacava de echarle mano a la UC la inició con una campaña de desprestigio y acoso a través de la policía política contra la rectora Jessy Divo y el secretario, profesor Pablo Aure. Más tarde como siempre suele suceder con este tipo de personajes, irán por el resto. Su plan es apoderarse del alma mater, “madre nutricia”, porque ella representa un estorbo para seguir medrando del poder hasta imponer la brutalidad sobre la sensatez. La delincuencia común desatada en el país no hace excepciones, se ha ensañado contra las universidades hasta hacerlas prácticamente inoperativas, no cesarán en su empeño hasta destruirlas como lo han hecho con instituciones públicas y privadas.
Es el caso que se aproximan las elecciones estudiantiles. Estos están dispuestos y conscientes de la necesidad de concurrir a ese proceso unidos para derrotar, no solo a los estudiantes de pensamientos políticos diferentes y afines al oficialismo, sino al gobernador Rafael Lacava que participará sin escrúpulos con los recursos de los carabobeños para lograr su objetivo.
De allí el llamado a dos personajes fundamentales, prestigiosos ambos, claves para el éxito en las elecciones por venir: Jessy Divo de Romero y María Luisa Aguilar de Maldonado, para conseguir el éxito. No solo en la UC, sino, asimismo, en futuras derrotas del régimen en el resto del país. Está claro, que un triunfo o fracaso en la UC tendrá repercusión nacional para bien o para mal. Ellas serán elogiadas o repudiadas de acuerdo a la posición que cada una asuma en esta hora decisiva para la patria y los venezolanos.
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