Usar ropa interior de color amarillo para recibir el año nuevo, forma parte de las tradiciones de varios países latinoamericanos, incluyendo a Venezuela, pero la inflación que se vive en el país ha obligado a los ciudadanos a buscar otra forma de desear suerte.
Para el amor, la prosperidad y la abundancia, son algunos de los argumentos de quienes venían siguiendo esta tradición, pero junto a las uvas a las doce de la noche del 31, esta vez no se cumplirá en muchos hogares venezolanos.
No queda otra opción a los ciudadanos que utilizar la ropa interior vieja y de cualquier color.
En la mayoría de las tiendas del centro, los vendedores aseguran que prácticamente son nulas las ventas de ropa interior de color amarillo este año. Pensando que tendrían demanda, abastecieron el negocio, pero las prendas quedaron en las exhibiciones.
En estos tiempos en que la mayoría de la gente prefiere utilizar su dinero en adquirir comida, muy pocas mujeres se atreven a comprar un sostén con relleno en 387 mil bolívares, que es lo que cuestan.
Los precios de los sostenes bajan un poco si carecen de relleno, pero ningún está a menos de 140 mil bolívares. Es decir que quien gane salario mínimo, no podrá comprárselo nunca.
450 mil bolívares es el precio de los boxes, por lo que pocos caballeros tienen la posibilidad de adquirirlos. Las pantaletas para damas más baratas se ofrecen en 100 mil bolívares y para niñas en 70 mil. Estos son los precios promedios de la ropa interior de cualquier color, de lo que se puede deducir que la tradición de lucirla de color amarillo para recibir el año, no se cumplirá esta vez.
TAMPOCO UVAS
Comer una uva por cada campanada que anuncie la llegada del año nuevo, será la otra tradición que tal vez no se cumpla en la mayoría de los hogares valencianos, por los precios de la fruta.
Este sábado 30 no se conseguía uva importada en la mayoría de los supermercados, pero sí la nacional. En la avenida Bolívar norte, los precios oscilaban entre 86 mil y 114 bolívares por kilo. Como es de imaginarse los clientes solo compraban las más baratas.
Como si se tratara de una gran oferta, en la avenida San Juan, frente al Colegio Leopoldo Yánez, los vendedores gritan a todo pulmón que el kilo de uva importada cuesta 260 mil bolívares, pero la clientela no se acerca.
En el casco central de Valencia, donde en años anteriores había varias ventas de esta fruta, esta vez no se consiguió ninguna.