Como una válvula de escape definió Nicolás Maduro el fenómeno de dolarización de las transacciones que viene imprimiendo mayor grado de desigualdad a la sociedad venezolana, fenómeno este que expele de la dinámica económica al grueso de la población, sobre todo a la porción quien esta empleada en el sector público de la economía, quienes jamás podrán recibir una remuneración en dólares, pues el Estado como empresario sencillamente se agotó, y aunque la vía de expansión de gasto público, se ha reducido de manera exponencial, siguen haciéndolo inviable en su funcionamiento y por ende imposibilitan la inversión en la provisión de servicios públicos.

Reconocer que el salario está herido, y la misma es una herida purulenta y supurante, es aceptar de manera cínica que esta laceración en el ingreso se debe a una política monetaria mucho más allá de indisciplinada, una política monetaria de inexistente a desordenada, que ha destruido las cualidades monetarias del bolívar, no como el resultado de ninguna acción externa, sino por la inobservancia de un criterio elemental, en torno al dinero procedente desde la escolástica del Siglo XIV, propuesta por Nicolás Oresme y que a la fecha sigue demostrando su vigencia. El régimen ha hecho al bolívar repudiable.

Tal es la desconexión con el drama de más del 80% de la población, quienes no tienenpara comer, que el señor Maduro ve como un avance que todo, absolutamente todo se cobre y se pague en bolívares. En términos de paridad de adquisición, lo transado en Venezuela es más costoso que lo comercializado en el exterior, pues nuestra economía está sitiada por un largo, doloroso y nefasto fenómeno de hiperinflación, cuyo cálculo para el mes de Noviembre supera los 4000% anuales y más de 3000% acumulados. Es un verdadero desastre en materia monetaria, y ante el mismo la respuesta se resume en un cínico comentario, que califica como positivo un fenómeno que embrida desigualdad y miseria en medio de un gobierno que promueve la igualdad. Así la máxima de Friedman referida a que una sociedad que prime la igualdad por encima de la libertad, se queda sin ambas, se torna en una palmaria realidad. Venezuela no tiene libertad y mucho menos igualdad.

La afirmación de mantener una moneda como el bolívar en el discurrir del desastre macroeconómico nacional, solo demuestra que se pretende continuar el desorden monetario, al asumir el mismo camino del financiamiento del déficit público por medio de la impresión virtual de dinero, mientras la hiperinflación aplasta el poder de compra de un salario que es absolutamente irrelevante, cercano a los dos dólares al mes.

Los ruegos de los sindicatos del sector público se tornan imposibles de cumplir, la tan demandada dolarización de los ingresos para este sector es inviable, pues si se consolidan todos los salarios más los bonos, el monto asciende a ocho mil millones de dólares, y en 2020 sólo se percibirían cinco mil millones. El fracaso es inminente y las autoridades nacionales apuestan a ese desastre para mantener el control social.

No existe voluntad por dolarizar, pues aunque esto no es una panacea, al menos imprimiría confianza y permitiría lograr la tan deseada estabilidad, para enfrentar los temas de una economía que esta postrada con 80% de contracción y más de 6,500% de inflación para el final de 2021, un año en el cual la caída económica se desaceleraría con la inflación, no por efecto de políticas de estabilización, sino porque desde el punto de vista real no se puede caer más y la inflación ha arrasado el poder de compra del ingreso, hasta hacer repudiable al bolívar y llevarnos al segundo lugar en los casos de las hiperinflaciones más largas de la historia.

Las declaraciones de Maduro sencillamente están manejadas desde su locus ideológico, desde su absoluta irresponsabilidad y desprecio por el sufrimiento de aquellos que perciben un salario mínimo, tan irrelevante que no amerita publicarse en gaceta oficial, así pues, los causantes de que la herida al salario, se hiciera una pústula inmensa, son quienes continuaron aplicando los anacronismos del socialismo.

La inflación es esencialmente antidemocrática”

Ludwig Von Mises.




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