Obispo timorense Ximenes Belo
Obispo Carlos Ximenes Belo, premio Nobel de la Paz, en una foto de 2003. Foto archivo: Cortesía AP

El Vaticano está investigando por supuesta pederastia al obispo y nobel de la paz timorense, Carlos Felipe Ximenes Belo, indicaron este jueves a EFE fuentes de la Nunciatura de la Santa Sede en Dili.

El actual representante del Vaticano en Timor Oriental, Marco Sprizzi, confirmó por teléfono que el Vaticano está estudiando unas denuncias de supuestos abusos sexuales contra menores por parte de Ximenes Belo en los años 1990.

El caso contra Ximenes Belo, que se encuentra actualmente en Portugal, ha sido destapado por la revista holandesa «De Groene Amsterdammer», que entrevistó a dos supuestas víctimas.

«Todo está en manos de la Santa Sede y ellos están estudiante el caso. Ciertamente, publicarán pronto un comunicado», indicó a Efe Sprizzi, quien subrayó que en la Nunciatura timorense no han recibido ninguna denuncia y que no son competentes en este caso.

Obispo timorense Ximenes Belo

«(Ximenes Belo) está en Portugal, lleva fuera de Timor más de 20 años. (…) El Vaticano está investigando, pero en Roma, no aquí», insistió Sprizzi.

Ximenes Belo, de 74 años, se convirtió a principios de los 1980 en representante de la Santa Sede en Timor Oriental durante la violenta ocupación por parte de las fuerzas de Indonesia, entonces bajo el dictador Suharto.

En 1996 recibió el Premio Nobel de la Paz junto con el diplomático timorense José Ramos-Horta por su trabajo en favor de la paz y la reconciliación en el pequeño país de mayoría católica enclavado en el archipiélago indonesio, donde la mayor parte de la población profesa el islam.

Según una investigación propia del semanario de Ámsterdam, varias personas aseguran haber sido víctimas de abusos sexuales en su adolescencia por parte de Carlos Filipe Ximenes Belo durante los años en los que Timor Oriental luchó por su independencia de Indonesia, entre 1975 y principios de los 1990.

Durante esos años, en los que la situación en Timor Oriental era de miseria y hambre, la iglesia desempeñó un papel relevante como institución que ayudaba a los más necesitados y como refugio para aquellos que protestaban contra el régimen indonesio que ocupó el país durante 24 años.

La revista neerlandesa explica que habló con veinte personas: funcionarios, políticos, trabajadores de ONG, personas de la iglesia y otros profesionales que conocían personalmente a al menos una víctima de Belo.




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