Un banco y una mesa de madera fue instalada por el dueño de la empresa. / Foto: Dayrí Blanco

Varios días pasa Ángel Pérez sin comunicarse con su familia. Él vive en el sector La Glorieta del municipio Los Guayos, dónde la única manera de conectarse con el resto del mundo es a través del wifi de una empresa.

No es raro ver en esa esquina a niños, jóvenes y adultos con sus teléfonos en mano. Algunos ni siquiera hablan entre ellos, cada quien está enfocado en lo suyo, salvo unos cuantos adolescentes que aprovechan la temporada vacacional para algunos juegos online.

Pero a Ángel se le ve ahí solo cuando está libre. Lo hace para poder hablar con su familia que está fuera del país. «Por aquí nos la vemos feo porque no hay ninguna antena cerca y esta es la única forma que tenemos para comunicarnos«, expresó mientras estaba sentado en la acera frente a la empresa que les da el servicio de internet gratis en la zona.

El problema es claro: no hay señal móvil de ni datos, tampoco cuentan con líneas Cantv, y nadie en esa comunidad tan deprimida tiene para pagar un sistema satelital.

«Cuando pasan varios días y no sé nada de mi familia que está en el extranjero me preocupo mucho, es importante que estemos en contacto con ellos«. Por eso aprovecha sus momentos libres para ir hasta esa esquina que queda a varias cuadras de su casa. «Ya esto es parte de nuestra rutina«.

Personas de todas las edades se acercan a esa esquina para conectarse a internet. / Foto: Dayrí Blanco

Labor social

Un banco de madera y un mesón del mismo material pegado a la pared de la empresa de mobiliario médico de Aníbal Tedesco, es lo que sirve como centro de conexiones a la comunidad La Glorieta.

La iniciativa fue del propietario de la compañía. Lo hizo cuando comenzó la cuarentena y los niños del sector debían hacer sus tareas en línea.

«Les puse eso ahí como pupitre para que pudieran cumplir con sus actividades«. El servicio de internet era inicialmente para las labores de la empresa, pero ante la necesidad colectiva, decidió darle acceso a la conexión a quienes viven en el lugar.

Hasta 40 personas al mismo tiempo van a esa esquina para combatir la incomunicación. «Hasta los policías vienen y se paran ahí para pasar sus minutas«, relató Tedesco.

Y aunque la conexión se torna lenta en sus oficinas, aseguró que no es algo que lo perjudica mucho porque solo tiene tres computadoras para labores administrativas.

La clave del wifi se la comparten entre los habitantes de la comunidad. «Esta es una zona rural y aquí las personas son de escasos ingresos, no tienen posibilidad de pagar un servicio de internet«.




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