Foto: Archivo

El mundo del deporte celebró esta semana el anuncio de David Beckham de lanzar un equipo de fútbol de la MLS en Miami. Pero la construcción de un estadio para 25.000 fans y sin estacionamiento en un deprimido vecindario en el centro de esta ciudad no convence a los vecinos.

El excapitán de la selección inglesa lanzó el lunes en Miami el nuevo equipo de la Major League Soccer, que aún carece de nombre y logo y se espera comience a jugar en 2020.

Para su estadio, el grupo de Beckham ya compró terrenos en Overtown, un barrio de clase trabajadora entre Downtown y la Pequeña Habana. Aún queda una porción de tierra por adquirir, pero la transacción está detenida por una demanda sobre cuya derrota los inversores tienen fe.

«Nuestro equipo 24 está en Miami y el estadio es el terreno de Overtown», dijo el comisionado de la MLS, Don Garber.

¿El problema? El proyecto no contempla estacionamientos en una ciudad ya agobiada por el tráfico. Y los vecinos temen que los precios de la vivienda, que ya comenzaron aumentar, los fuerce a abandonar el barrio.

«Estamos muy agobiados por las grandes fuerzas que están ahí. Nuestras voces no son suficientemente escuchadas», dijo Ernest Martin, miembro de la Miami River Commission, una organización de vecinos que reúne a los vecindarios en torno al río Miami.

Martin criticó especialmente la falta de estacionamientos.

Pero el alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez, aseguró el lunes que, si bien «este lugar en particular no tiene estacionamientos, hay miles de lugares donde estacionar a dos o tres cuadras de allí», refiriéndose a los lotes que abundan en el centro.

Además, dijo, siempre está el sistema de transporte público, aunque la ciudad se caracteriza por la reticencia de sus habitantes a prescindir de sus coches.

Otro problema que traerá el estadio, según los vecinos, es el aumento del precio de la vivienda y el consiguiente aburguesamiento de un vecindario de más de 13.000 habitantes, la mayoría afroestadounidenses, donde el 24% de la población gana menos de 10.000 dólares al año, según cifras del censo de 2016.

«Estoy preocupado»

«Ésta ha sido una zona de bajos ingresos durante muchos años», dijo Martin a la AFP desde su casa en la ribera del río Miami. «Y, al final, el aumento en los alquileres de la zona convertirán Overtown en un área más selecta para los residentes».

El terreno baldío que aparentemente se convertirá en un campo de fútbol está cercado por una valla en la que los vecinos ya colgaron un cartel que dice «No al estadio».

A su alrededor, se levantan complejos de apartamentos modestos y algunos negocios pequeños. Una licorería en una esquina tiene el mostrador cubierto por una reja y su cajera atiende al público tras un vidrio antibalas.

Douglas Romero, un residente de 27 años, cuenta a la AFP que este año su alquiler de 1.050 dólares aumentó a 1.200.

«Estoy un poco preocupado», dijo a la AFP, con su niño de 4 años en los brazos. «Los precios de la renta han aumentado recientemente y si siguen aumentando, todos van a empezar a ver dónde mudarse».

Las calles son poco transitadas y las veredas están vacías. Se acerca Brenda Kale, residente de un complejo de apartamentos que será demolido para dar lugar al estadio.

«Es una nueva cultura para nuestros muchachos, ¿pero qué lugar ocupamos nosotros? No nos echen afuera. Invítennos. Enséñennos su cultura», dijo la mujer de 53 años.

«Tal vez podemos ver las cosas de una manera que los ayude a ser más exitosos ahora que en su primer intento, ¿me entiendes?», añadió, refiriéndose al fracaso del equipo de la MLS Miami Fusion, que no consiguió fans y fue eliminado en 2002.

El fútbol es un deporte extraño para la cultura estadounidense, que prefiere el béisbol, el básquet o el football americano. Pero Beckham y los suyos apuestan a que la diversidad de Miami genere fans.

Señal de la falta de afinidad con el fútbol es un grupo de Facebook que se opone a la construcción del estadio en Overtown y que publica alarmantes videos de violencia en las canchas para alertar del peligro del «hooliganismo».

«¡No es un acuerdo cerrado», es el slogan del grupo Overtown Spring Garden Community Collective.

En efecto, no lo es. La venta del último lote necesario está detenida por el millonario Bruce Matheson, quien asegura que el condado de Miami-Dade no tenía derecho a ceder el terreno sin pasar por una licitación. Su demanda perdió la primera ronda, pero está apelando.

El alcalde Carlos Giménez dijo el lunes a periodistas: «Estamos seguros de que ganaremos la demanda».




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