Buscando legitimidad
Buscando legitimidad nacional e internacional, Maduro convirtió estos comicios en una validación de su todopoderosa Asamblea Nacional Constituyente, desconocida por la oposición y varios países de América y Europa.
«Esto es un triunfo de la democracia revolucionaria. El que vote está votando por la Constituyente», reiteró el mandatario.
El oficialismo intenta defender las 20 gobernaciones en su poder, pero las encuestas dan a la oposición como favorita para ganar de 11 a 18 estados, según sea la abstención.
Aún si la oposición arrasa, poco podría hacer porque Maduro dispuso que los gobernadores electos se subordinen ante la Constituyente, totalmente oficialista pues la MUD no participó en su elección al considerarla fraudulenta.
«El que no se juramente no toma su cargo y punto», advirtió el presidente.
Aunque la MUD domina el Parlamento, su poder fue anulado por la justicia –acusada de oficialista–. A las puertas está un nuevo repunte del conflicto de poderes, pues los opositores descartaron tajantemente seguir la orden de Maduro.
«Este proceso no está convocado ni por la Constituyente, ni por Maduro, sino por el pueblo venezolano y por mandato de la Constitución», dijo Gerardo Blyde, jefe de campaña de la MUD.
«Sed de cambio» contra escollos
Además de la frustración de su gente, la MUD enfrenta complicaciones como la reubicación a última hora de casi 300 centros, lo que denunció como «abusos» del Consejo Nacional Electoral (CNE), señalado de oficialista.
«Los obstáculos se vencen yendo a votar. Estamos eligiendo gobernadores, pero votando por un país libre y democrático, dijo el presidente del Parlamento, Julio Borges.
La MUD denunció la presencia de «nicaragüenses expertos en fraude», algo que el dirigente chavista Jorge Rodríguez calificó de «psicótico».
Desde que se eligió la Constituyente el 30 de julio, la desilusión se instaló en las filas opositoras, las protestas cesaron y Venezuela recuperó una relativa normalidad.
Pero el país sigue siendo una olla hirviendo. Vive una de las peores crisis de su historia, está al borde de la hiperinflación, con una severa escasez de alimentos y medicinas y una caída del PIB que el FMI calcula será de 12% este año.
«Voté por una sed de cambio en mi país», dijo a la AFP Wilker Paredes, un estudiante de música de 19 años a quien no le desmotivó que su centro fuera reubicado.
Para animar a sus seguidores, la MUD argumenta que sin las protestas muchos países no habrían desconocido la Constituyente ni Estados Unidos sancionado al gobierno venezolano y a varios de sus funcionarios, incluido Maduro.