El presidente Donald Trump revivió el miedo al socialismo en Estados Unidos de cara a las elecciones de este martes, claves para su futuro político, advirtiendo sobre los riesgos de un triunfo del opositor partido Demócrata con una alusión reiterada: «Bienvenidos a Venezuela».

En la polarizada campaña de los comicios de medio término, en los que el gobernante partido Republicano arriesga perder el control del Congreso, la Venezuela de Nicolás Maduro se ha vuelto el «viejo de la bolsa» (el coco) de los encendidos discursos de Trump.

Cuando Estados Unidos se apresta a renovar las 435 bancas de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y 36 gobernaciones, la otrora potencia petrolera es una referencia constante para golpear a los demócratas.

«Quieren usar el socialismo para convertir a Estados Unidos en Venezuela. Un lugar encantador, un lugar encantador», afirmó irónicamente Trump el viernes en Indianápolis, provocando los abucheos de sus seguidores.

Venezuela, regida desde hace casi dos décadas por el «socialismo del siglo XXI» instaurado por el fallecido expresidente Hugo Chávez, está sumida en una grave crisis económica que ya provocó el éxodo de 2,4 millones de personas desde 2014, según la ONU.

Los demócratas «impondrán el socialismo. Bienvenidos a Venezuela», enfatizó el presidente el sábado en Florida, donde el candidato a gobernador Andrew Gillum puede ganarle al preferido de Trump, Ron DeSantis.

«Van a hacer que Georgia se convierta en Venezuela» si eligen gobernadora a la demócrata «de extrema izquierda» Stacey Abrams, advirtió Trump el domingo a sus votantes en ese estado sureño.

La retórica de la radicalización demócrata decidida a destruir el «progreso económico» de los republicanos ha sido el común denominador de la frenética cruzada electoral de Trump.

«La verdad es que el centrista partido Demócrata está muerto. Los nuevos demócratas son socialistas radicales que quieren que la economía de Estados Unidos siga el modelo de Venezuela», escribió el mandatario en una columna en el diario USA Today el 10 de octubre.

Dudosa estrategia

Analistas, sin embargo, desafiaron las afirmaciones de Trump. Ana Navarro, estratega republicana y comentarista política de CNN, sorprendió al anunciar que votará a Gillum en Florida, asegurando que equipararlo con el «dictador» Maduro es una «descarada mentira».

«Es ridículo sugerir que los demócratas quieran convertir a Florida en Venezuela», señaló por su parte el sitio PolitiFact.com, que ganó el Premio Pulitzer en 2009 por verificar informaciones políticas. Expertos consultados por esta plataforma negaron que algún candidato demócrata haya planteado la posesión o control de los medios de producción por parte del gobierno, credo del socialismo.

«Es falso. El partido Democráta es de centro-derecha, no de izquierda», aseveró Erick Langer, profesor de Historia y experto en Latinoamérica de la Universidad Georgetown.

Aunque reconocidos votantes demócratas, principalmente en Hollywood, mostraron simpatía por Chávez y su revolución bolivariana, ese «nunca fue el caso del ‘establishment’ del partido Demócrata», dijo en tanto Juan Carlos Hidalgo, analista del Instituto Cato.

Hidalgo recordó que el fantasma de Venezuela se agitó en mayor o menor medida en Brasil, Chile y Colombia, pero en todos esos países los candidatos de izquierda o sus respectivos partidos mostraron «mucho más afinidad por el chavismo de lo que jamás se le puede achacar al partido Demócrata».

Mencionar a Venezuela tampoco parece ser una estrategia efectiva para captar votos, según analistas.

«En términos de tácticas de miedo, la invocación de Venezuela por parte de Trump es bastante descabellada y poco convincente», opinó Michael Camilleri, especialista en políticas públicas del centro de análisis Diálogo Interamericano.

Langer tampoco cree que hablar de Venezuela dé réditos electorales significativos. «Quizás esa retórica puede funcionar un poco en Florida, donde la diáspora venezolana es más notoria, pero no en el resto del país, donde Venezuela no está en el radar de los votantes como podría estar Cuba», aseveró.

Por otra parte, socialismo es «menos y menos» una mala palabra entre los jóvenes, destacó Langer, dando casi por hecho la victoria de la candidata demócrata a la Cámara baja Alexandria Ocasio-Cortez, de 29 años, que se autodefine como socialista, aunque en términos ideológicos internacionales «sería de centro».

Hidalgo también señaló la «fractura generacional» en el partido Demócrata. «Mientras que la gente de mayor edad todavía ve con temor el término socialismo, los ‘millenials’ por algún motivo tienen una percepción favorable», dijo.




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