Se define a la Navidad como una de las fiestas que mayor importancia tiene en el mundo del cristianismo, derivando del término en latín Nativitas que en nuestro idioma significa “Nacimiento”, y es junto a Pentecostés y la Pascua de Resurrección una de las más celebradas, considerándose la conmemoración del nacimiento de Jesucristo en la ciudad de Belén.

Lo primordial es disfrutar con alegría y espiritualidad

La Navidad es una manera de congregar a los fieles del cristianismo, en todas sus diferentes versiones, alrededor del Pesebre donde nace el Niño Jesús y donde se reflexiona sobre el milagro de la presencia de Dios en la vida terrenal.

La Navidad se celebra el día 25 de diciembre tanto en la Iglesia Católica como también en la Iglesia Anglicana o bien en las variaciones de la Iglesia Protestante, además de la Iglesia Ortodoxa Rumana, mientras que en lo que respecta a la Iglesia Ortodoxa Rusa esta celebración se efectúa el 7 de enero, debido a no aceptar la reforma del Calendario Gregoriano, manteniéndose el tradicional Calendario Juliano (previo a las modificaciones realizadas justamente por el Papa Gregorio XIII).
¿Qué representa la Navidad? Esta festividad es esencial para todo el cristianismo porque es, en otras palabras, el comienzo de su fe más directa. En esta fecha se celebra el nacimiento de Jesús, hijo de Dios y su representante directo en la Tierra. De este modo, con la Navidad se comienza a desarrollar históricamente el proceso de difusión del cristianismo en toda la Tierra, el cual se profundiza y aumenta luego de la muerte de Jesús. Se suele presentar en forma de pesebre, el lugar que representa el cobertizo donde nació el Niño Jesús, y con determinados alimentos. Hoy en día, de todos modos, la Navidad aparece teñida por otras costumbres legadas desde los países del Norte; por ejemplo: la presencia de Papá Noel o de figuras mágicas como los duendes y los renos.

Ahora bien, es cierto que la amabilidad es algo bueno, pero ante todo la Navidad no se trata de los seres terrenales. Tampoco de los planes para ser mejores personas o de los planes para tener derecho a algo espiritualmente especial. La historia bíblica de la Navidad se enfoca en lo que Dios ha hecho por la humanidad en Cristo. Y ésta no es una historia acerca de una fiesta cualquiera. Es la historia acerca de un Dios específico que vino al mundo en un tiempo y lugar determinado, que se permitió a sí mismo nacer de una mujer definida (María), para llevar a cabo una misión concreta de redención de la humanidad.

En esta época, compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor, de ser solidarios, de alimentar el espíritu y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, se convierten en el mejor regalo que se puede ofrecer a los seres queridos. Es un tiempo para renovar la fe en Dios, amar a los demás, y poner en alto el amor y la paz. Para ello es fundamental compartir con el grupo familiar los valores y enseñarles que la felicidad no sólo está en los obsequios y en los regalos materiales. Lo primordial es disfrutar con alegría y espiritualidad. Se debe transmitir a las personas el mensaje de renovación de fe y alegría que acompaña las tradiciones navideñas.

Éstas son maneras de cultivar el espíritu y encontrar felicidad en el interior de cada quien. Reflexionar y orar juntos, hablar sobre el significado de la Navidad en las distintas tradiciones religiosas, narrar anécdotas sobre la celebración de estas tradiciones en la familia, son una manera de fortalecer el espíritu navideño. Además, es momento para compartir con las personas queridas y para dar, no sólo para recibir.

La Navidad es tiempo de costumbres que invitan a participar de un mensaje de amor y de entrega. Hay que motivar a los familiares a pensar en los demás sin limitarse a sus amigos cercanos o conocidos. Sin dudas: la familia es ¡lo más importante! Hay que enseñarles a compartir con aquéllos que lo necesiten, a ser solidarios y a estar dispuestos a dar desinteresadamente.

No obsesionarse con la lista de regalos. Lo que se pide desde el corazón tiene un gran valor. Por ejemplo: la salud de un familiar, el bienestar de los amigos o vivir en armonía. Adicionalmente, no todos los obsequios que se hacen en navidad deben ser comprados. Se puede regalar un mensaje verbal, una tarjeta física o electrónica o hacer una invitación a cenar.

Ante los cambios del mundo moderno, muchas de estas tradiciones se han ido perdiendo. En efecto, muchos niños parecen ajenos a los rituales familiares de antaño. Estas celebraciones en familia crean vínculos emocionales de amor y de alegría. Así que debe aprovecharse para rescatar, con los miembros de la familia, tradiciones como cantar villancicos y aguinaldos, hacer recetas e intercambiarlas con los vecinos, relatar historias de navidad o hacer manualidades para crear artículos alegóricos a esta ocasión.

El Adviento permite a los cristianos prestar atención, recordar, orar y expresar su anhelo por la venida de Cristo. Es un tiempo para ser como María, una humilde y receptiva joven campesina que “guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2.19).

Éstas son las frases que se oyen a menudo en la Navidad: “Paz en la Tierra y buena voluntad para con los hombres”. ¿Pero cómo se puede sentir paz y experimentar buena voluntad en la Tierra entre tantas luchas y terror? En los últimos años, el mundo está experimentando un sentido de temor e inseguridad debido a que el terrorismo ha llegado a ser una amenaza en el globo. (Y especialmente en Venezuela, donde el organismo Índice Internacional de Seguridad y Peligro, la ubican entre los países más peligrosos). El movimiento: “Mujeres de Esperanza”, ha expresado -en diferentes ocasiones- las siguientes inquietudes: ¿cómo se puede encontrar esperanza en este mundo? ¿cómo se puede tener paz y buena voluntad? Sólo se puede encontrar paz, esperanza y buena voluntad, aceptando el regalo más grande que jamás se haya hecho: el regalo de amor que Dios envió, su Hijo Jesús. Cuando se celebra otra vez su nacimiento en esta navidad, con diferentes maneras, con diferentes costumbres y culturas, se le pide a Dios que se pueda encontrar la paz y la esperanza aceptando su maravilloso regalo de Navidad, Jesucristo.

En este tiempo de Navidad se debe poner de manifiesto una actitud amorosa, generosa y alegre es lo mejor para transmitírsela a todos los miembros de la familia, amigos más cercanos, conocidos y a los gobernantes de nuestro país, pues actualmente hay hambre (con desnutrición), falta de medicamentos (con complicaciones y muertes por ello), falta de vacunas (con resurgimiento de enfermedades infectocontagiosas prevenibles), falta de higiene ambiental (con el revivificación de enfermedades erradicadas hace mucho tiempo) y mucho más (entre otros: delincuencia, inflación, especulación, caída del poder adquisitivo, un altísimo índice de corrupción. Venezuela ocupa el puesto 158 de 162 países clasificados): ¡así no puede haber salud ni paz!

 

 




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