Viajeros de todos los estratos criticamos a las líneas aéreas y a su personal, pero igualmente sujetos a la crítica deberíamos estar los pasajeros –nosotros mismos- que compartimos vuelos durante muchas horas: Que si la comida es poca, que es repelente, insípida o la sirven fría, que hay frecuentes retrasos, que algunas azafatas son antipáticas, que los asientos están tan juntos que debemos entrar de lado, y parecemos a “sardinas en lata” (¡en esto coincidimos!), volando a diez mil metros de altura.

Todos tenemos que ver con estos problemas, y nos vemos afectados por varias circunstancias. Hemos visto apartar a pasajeros que duermen, para mover sus pies y poder pasar, encorvados, a lo largo de varios asientos; además de que se molestan y ponen “mala cara” por la exigencia, o por cualquier solicitud de ayuda. Pensemos: ¿qué otra cosa saludable podríamos hacer con nuestras piernas, nalgas y espaldas, aplastadas y adormecidas, por estar rígidas durante dos, seis, o más horas de vuelo, en un espacio opresor y humillante? Una situación peligrosa, inadecuada para la circulación sanguínea y para el sistema cardiovascular. Estas situaciones pueden llegar a un punto crítico de desesperación entre los pasajeros, y con la tripulación de cabina, más cuando es conocida la cantidad de aviones en vuelo, día y noche, con los mismos diseños de incomodidad, y tantos pasajeros ansiosos, en todos los cielos del mundo…

¿Cuantas ocurrencias innecesarias hemos observado, que fastidian a los demás pasajeros, y al personal de servicio del avión? ¿Se quita usted los zapatos para dormir durante el vuelo, y mete papeles, vasos, chicles, plásticos y demás basura en el respaldo o laterales del asiento? ¿Al aterrizar se levanta usted del asiento, apresurado, con una maleta al hombro, y el celular sujetado entre el hombro y la cara, para anunciar en voz alta que ya ha llegado,… antes que el avión se detenga, y pisa a algún pasajero sin pedir perdón? ¡No sabemos por qué lo hacen, por qué tanta agitación, si sólo podrán salir cuando se abran las puertas! ¡Estas son algunas de las conductas que muchos de los pasajeros y azafatas han confesado que no soportan de los pasajeros, aun cuando aplaudan a la tripulación una vez realizado el aterrizaje…! Cada vez más, muchos usuarios de los aviones son parte del creciente grupo de estresados y ansiosos generados por la cultura angustiante de estos tiempos modernos. ¿Habrá que ponerlos en cuarentena?

¡Se cuidan locos!




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