Raúl Albiol marcando a Eden Hazard. Foto EFE.

Un gran planteamiento de Unai Emery dejó seco a un Real Madrid, que iba camino de récords goleadores. Los blancos solo chutaron en una ocasión a un Villarreal que se topó con Thibaut Courtois en el primer acto, defendiendo con firmeza el empate (0-0).

De sus derrotas en el Santiago Bernabéu, estadio maldito para Unai Emery, aprendió el técnico lecciones que plasmó en un planteamiento que rebajó la eficacia del Real Madrid en su estadio. El Villarreal quiso el balón en un bello duelo táctico, reforzado por la apuesta por centrocampistas puros con Capoue y Coquelin como escuderos de Dani Parejo, y por una presión mal ejecutada por los hombres de Ancelotti.

El equipo blanco está cómodo desde la verticalidad y, con menos posesión que rival, le costó meter la marcha que desequilibra los duelos. Por las alas buscó el equipo de Emery la debilidad madridista, con Nacho como comodín en la banda izquierda y Fede Valverde en una extraña posición de lateral derecho. Le buscó Danjuma y en sus botas estuvo la primera ocasión de peligro, que salvó Courtois con una gran estirada abajo.

El aviso del Villarreal presentaba una primera parte de dureza táctica al líder. Un encuentro difícil de descifrar desde un tiempo reducido en cada posesión, sin el acierto de Vinicius en la precisión en el pase cuando encontró un leve espacio. Esto, aunado a un Benzema teniendo que disparar desde fuera del área para generar algo y con Asensio buscando el lugar perfecto para desenfundar su zurda.

La realidad es que el peligro lo puso el equipo de Emery, con el descaro de Yeremy Pino por banda derecha y otro remate salvado por Courtois. En el atasco, el Real Madrid pidió penalti en una subida de Nacho con decisión hasta que fue derribado por Raúl Albiol. Su equipo no funcionaba y Ancelotti buscó soluciones al descanso.

El mediocampo le pedía a gritos refuerzos y apostó por Camavinga, sobrado de personalidad para cambiar la cara del equipo blanco. Lo consiguió en los minutos de mayor superioridad madridista, pero sin inquietar a Rulli. Ningún disparo a puerta hasta el minuto 82.

El Villarreal demostró la razón de sus tres goles encajados en siete jornadas. Se defendió con criterio, pero le faltó ambición para ir por el partido. Reculó en exceso pese a no sentir apenas agobios.

Los retoques tácticos de Ancelotti le dieron más balón, pero su festival goleador no regresó. De 11 goles en dos partidos a la nada. Los intentos de Vinicius fueron en vano, Benzema no recibió balones y Asensio se diluyó en banda derecha. Recurrió a Hazard, sin éxito.

La primera intervención de Rulli llegaba a ocho minutos del final, a un remate de cabeza de Isco, y Nacho salvaba un resultado peor con velocidad, evitando en el último segundo el mano a mano de Peña ante Courtois. El Villarreal fue el primer equipo que supo desfigurar al equipo de Ancelotti en el Bernabéu.




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