(Foto AFP)

Al menos tres muertes deja la incursión de antimotines y paramilitares en el suroeste de Nicaragua, persistiendo la violencia que deja más 230 muertos en casi tres meses de protestas contra el presidente Daniel Ortega, quien descartó adelantar elecciones para resolver la crisis.

Hombres de civil, con capuchas negras y fuertemente armados, recorren calles de Jinotepe y Diriamba, en el departamento de Carazo, mientras palas mecánicas desmontan barricadas levantadas por manifestantes, según videos de pobladores difundidos en redes sociales.

«Nos reportan ya tres muertos, dos en Diriamba y uno en Jinotepe», aseguró a la AFP Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).

La situación continúa tensa, con enfrentamientos a tiros entre fuerzas del gobierno y manifestantes. Hay varios heridos y una veintena de detenidos, según los grupos locales humanitarios.

Una decena de personas se resguarda en la basílica de San Sebastián de Diriamba, asediada por hombres armados, según testigos y miembros de la Iglesia católica.

El Cenidh en Carazo y la Asociación Nicaragüense pro Derechos Humanos (ANPDH) aseguraron que paramilitares y antimotines también se tomaron los hospitales de Diriamba, a 45 km de Managua, y de Jinotepe, a 40 km.

Medios oficialistas celebraron que las vías de esa zona están despejadas y están circulando ya más de 350 furgones de carga centroamericanos que estaban varados desde hacía más de un mes en el bloqueo de la carretera en Jinotepe.

«Hay un ataque desmedido de las fuerzas del gobierno, que está acarreando derramamiento de sangre, más muerte y luto en nuestro país. La represión de fuerzas combinadas es desproporcionada», declaró el secretario ejecutivo de la ANPDH, Álvaro Leiva, quien no descartó que haya más muertos.

El secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrao, quien está en Managua, aseguró que «el Estado está incumpliendo su deber de desmantelar las turbas» y que «grupos armados progubernamentales apoyados por la policía» siguen entrando en las ciudades «de manera masiva».

En Matagalpa, en el norte de Nicaragua, al menos una persona murió el sábado en otra acción violenta en medio de las protestas, según la ANPDH.

Ortega, quien reapareció el sábado en un multitudinario acto de seguidores, tras más de un mes de no comparecer en público, insistió en que los manifestantes son «asesinos» y «delincuentes» que tienen bajo caos al país.

– «Por favor paren esto» –

Las protestas iniciaron el 18 de abril contra una reforma a la seguridad social, pero ante la fuerte represión policial se ampliaron para exigir la salida de Ortega, a quien acusan de instaurar con su esposa Rosario Murillo una dictadura marcada por la corrupción y el nepotismo.

Obispos de la Iglesia católica pidieron a los pobladores de Jinotepe y Diriamba proteger sus vidas y al gobierno a detener la «represión».

«Estamos viviendo una situación muy difícil, dolorosa. Le pido al presidente, a doña Rosario (…) que por favor paren esto (para ) no llevar mas dolor, más tristeza» a los nicaragüenses, aseguró el cardenal Leopoldo Brenes.

En un acto ante miles de seguidores en Managua, Ortega, exguerrillero de 72 años y quien gobierna desde 2007 por tercer periodo consecutivo, descartó el sábado un adelanto de elecciones como propuso la Iglesia y exigen sus opositores.

«Las reglas no pueden venir a cambiarlas de la noche a la mañana simplemente porque se le ocurrió a un grupo de golpistas», aseguró el mandatario.

La Iglesia media entre el gobierno y la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia -grupos de la sociedad civil-, y propuso adelantar los comicios de 2021 a 2019, pero el diálogo se estancó porque Ortega no respondía a esa demanda.

«Lo que se le presentó fueron los sentimientos que salieron del diálogo, de un adelanto de las elecciones (…) Seguimos apostando» por la negociación, agregó Brenes, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

Para aumentar la presión contra Ortega, la Alianza Cívica llamó a una marcha el próximo jueves y a un paro nacional el 13 de julio, el segundo convocado en la crisis, luego de uno el 14 de junio con gran acogida de empresarios y trabajadores.




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