La violencia despierta los fantasmas raciales en Sudáfrica
/ Foto: Cortesía

El reciente homicidio de un granjero blanco y la audiencia de los presuntos culpables en el tribunal de la pequeña ciudad de Senekal, en el centro de Sudáfrica, ha despertado los fantasmas de la división racial en el país africano.

Los analistas aseguran que la tensión generada por este homicidio no significa el resurgimiento del apartheid que terminó hace casi tres décadas, sino una combinación de factores como la decisión del gobierno de tratar de reducir las viejas desigualdades en la posesión de la tierra y el aumento de la delincuencia tras el confinamiento por el coronavirus.

Las tensiones alcanzaron el punto álgido con el homicidio de Brendin Horner, un capataz blanco de 22 años de una granja, estrangulado y atado a una verja, cerca de Senekal, situado a unos 300 kms al sur de Johannesburgo.

Fuera del tribunal donde se juzga a los supuestos asesinos, grupos de supremacistas blancos armados se encararon con opositores negros, también armados con bates y palos, esta semana.

Los seguidores del grupo radical de izquierda Economic Freedom Fighters (EFF), en una demostración de fuerza, entonaron una canción prohibida de la época del apartheid cuya letra dice «matar al boer, matar al granjero» encolerizando a los manifestantes problancos. Los Boer son los descendientes de los colonos holandeses.

Se exacerba la violencia

«No queremos matar a los blancos. Queremos igualdad», dijo el líder de EFF a sus seguidores en Senekal.

Una semana antes, los defensores de los granjeros blancos se habían manifestado ante el mismo tribunal, tratando de golpear a los sospechosos y quemaron un coche policial.

Los granjeros blancos han realizado protestas en los últimos meses por todo el país contra la inseguridad, aunque los investigadores consideran que los homicidios de este colectivo son relativamente bajos -unos 50 por año- y no están especialmente motivados por el color de la piel.

El pasado año, unas 21 mil personas resultaron asesinadas en el país.

Pero el caso de Horner ha despertado los fantasmas del pasado y ha puesto de relieve las dificultades de eliminar décadas de desigualdades de la población negra.

«Seríamos ingenuos pretender que las relaciones raciales en las comunidades de granjeros han sido armoniosas desde la llegada de la democracia», dijo el presidente Cyril Ramaphosa.

Los blancos, que representan al 9% de la población, poseen el 72% de las granjas y solo 4% están en manos de negros, según un censo de 2017.

“No hay guerra entre blancos y negros”

Los acontecimientos de Senekal son «más sensibles porque tienen el componente de la raza que no hemos resuelto y que seguimos evitando», dice el politólogo sudafricano Oscar van Heerden.

Sin embargo, el granjero blanco Gilly Scheepers, que empleó a Horner, no está de acuerdo en que los ataques tienen motivación racial. Eso nos «distrae» de la lucha contra la delincuencia, advierte.

«No estamos aquí para enfrentarnos en una guerra civil entre blancos y negros», dice Scheepers a la AFP desde el escenario del crimen.

Tommie Esterhuyse de AgriSA, una federación de agricultores, dice que en los últimos meses los asaltos a granjas han crecido un 20%.

Los investigadores aseguran que los homicidios de granjeros han disminuido, con una media de 50 al año, casi un tercio de los números de los años 1990.

La violencia en el campo coincide con el proyecto del gobierno de reducir las injusticias en la posesión de la tierra.

El gobierno del Congreso Nacional Africano ha presentado una ley para expropiar tierras sin compensación que está siendo tramitada en el Parlamento.

Según los analistas, esto ha generado ansiedad en los blancos que temen perder las tierras que poseen desde hace generaciones.

«Queremos igualdad»

Los negros sienten que todavía tienen que recoger los frutos prometidos tras la llegada de Nelson Mandela al poder como primer líder negro en el país más desarrollado del continente, en 1994.

Para Ernst Roets, del grupo de derechos humanos afrikaner AfriForum, los blancos tienen el «sentimiento de ser ciudadanos de segunda categoría».

La violencia también afecta a los negros. El granjero negro de Senekal Robert Mphuthi, de 54 años, ha sido una víctima.

«No solo se llevan nuestras ovejas» dice Mphuthi, también «te matan», asegura antes de agregar que a los delincuentes les da igual si «eres blanco o negro».

El investigador sobre delincuencia del Instituto de Estudios de Seguridad de Pretoria, Johan Burger, dice que no hay evidencia de que la raza esté detrás de los asaltos a los granjeros.

«Todo el mundo corre el riesgo de ser víctima de la delincuencia, independientemente de la raza», pero como los delincuentes son «casi exclusivamente negros… las víctimas blancas podrían sentir que los ataques son raciales», dice Burger.

Más de 2,2 millones de personas han perdido sus empleos durante la pandemia del coronavirus, un caldo de cultivo para el aumento de la delincuencia. Y las granjas aisladas son un blanco fácil.

Según Burger, desde 1990 se han registrado 2 mil 048 homicidios de granjeros, de los que mil 242 eran blancos, 72 negros y 150 trabajadores negros. El resto eran familiares.

En respuesta a la violencia, el gobierno anunció el jueves que está acelerando la implementación de una nueva estrategia de seguridad en el campo.

© Agence France-Presse




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.