Violeta Parra nació en San Carlos, Chile, el 4 de octubre de 1917. Parra constituye un referente de la música popular chilena para el mundo. Su veta artística se plasmó en numerosos matices: artista de radio, compositora, artista plástica, poeta y recopiladora folclórica. Su obra pudo llegar al público masivo gracias a su gran talento, convirtiéndose así en un ejemplo de cómo la industria del entretenimiento y el arte pueden tener una relación armoniosa.
Hija de una familia tradicional del sur de Chile, Violeta vivió su infancia en distintas localidades de la zona de Chillán, sector donde tuvo sus primeras experiencias artísticas.
Tempranamente se inició en el canto. Ello le permitió en forma precoz, a los 17 años, cantar en distintos restaurantes acompañada de su hermana Hilda. Luego de su traslado a Santiago, en aquel mismo ambiente, conoció al ferroviario Luis Cereceda, con quien contrajo matrimonio en 1938 y formó una familia. Su matrimonio terminó diez años después. La desilusión provocada por este amor, marcó gran parte de la vida y obra de la artista.

 

Su existencia estuvo marcada por los constantes viajes, tanto dentro del país como hacia el extranjero. Todas las experiencias obtenidas de este constante ir y venir, le otorgaron un notable bagaje cultural y el conocimiento tanto de la realidad chilena, como del acontecer universal, constituyéndose en una especie de testimonio de identidad desde Chile hacia el mundo.
Gran parte del movimiento musical chileno generado desde la década de 1950, tuvo en Violeta Parra y su familia un punto de partida. Con estrechos lazos con el movimiento conocido como Nueva Canción Chilena, Violeta reflejó también la evolución del canto popular a través de los distintos espacios en que la artista tuvo que desenvolverse. Sus composiciones y recopilaciones, además, fueron un punto de referencia para el posterior desarrollo de la música nacional, transformándose en la principal figura de la historia de nuestro folclor.

Pero toda esa sensibilidad que plasmó en su obra, tuvo un triste desenlace en su vida. Su intensidad hasta en las cosas más sencillas, sus fracasos amorosos y sus dificultades económicas, generaron en ella una gran depresión que la condujo al suicidio el día 5 de febrero de 1967.
Su prematura desaparición, sin embargo, dio vida a una figura mítica, cuyas composiciones continúan siendo recreadas tanto por músicos populares como doctos e inspirando las creaciones de nuevas generaciones de artistas. La irreverencia de su discurso y su apasionada defensa de los derechos de los sectores más postergados la han convertido en un referente para diversos movimientos sociales y su vida ha inspirado varios libros biográficos e, incluso, una película, Violeta se fue a los cielos (2011), de Andrés Wood.




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