Foto: Armando Díaz

Cuatros, maracas y voces llaneras dieron ese toque distintivo a la misa de este domingo en la Catedral de Valencia, santuario de Nuestra Señora del Socorro, donde centenares de feligreses acudieron a orar mientras la música venezolana ambientaba la palabra de Dios.

La Misa Criolla fue oficiada por el monseñor, Reinaldo Del Prette en compañía del párroco de la catedral, padre Pedro De Freitas. En la primera fila estaban las mujeres pertenecientes a la Cofradía de la Virgen del Socorro, con su fervor y su devoción ante la figura de la madre de Dios que se encontraba entre los primeros puestos y las escaleras que conducen al altar.

Foto: Armando Díaz.

La enorme figura proveniente de Andalucía (España), lucía magnánima, rodeada por flores y vestida con un traje vistoso digno de una reina a la cual el pueblo carabobeño venera diariamente desde hace 300 años.

A las 10:30 a.m se dio inicio a los ritos católicos mientras la gente se persignaba, oraba y miraba en dirección al cielo para sentirse más conectados con Dios, mientras el monseñor escuchaba con atención las lecturas desde la voz del padre de Freitas desde el podio de mármol.

Foto: Armando Díaz.

Durante el transcurso de la ceremonia, Del Prette llamó a los carabobeños a reflexionar y pidió para que la crisis económica cesara y a su vez el hambre que le ha costado la vida a una gran cantidad de niños venezolanos «Es preocupante como a esos niños la piel se les pega de los huesos porque el hambre los consume».

Destacar dicha situación estremeció a los presentes a quienes se les vino la dramática situación del venezolano, por lo que todos pidieron que el caos y el horror desaparezcan de la vida de este país.

Foto: Armando Díaz.

Para el momento de las ofrendas un grupo de niños vestidos con liquiliqui, sombreros y vestidos típicos para representar la venezolanidad fueron bendecidos por el arzobispo mientras los presentes miraban enternecidos a los niños. En el fondo una niña de un metro de altura vestía el traje de la Virgen del Socorro, era ella quien se ganaba las miradas de todos, a lo que esta respondía con una angelical sonrisa.

Foto: Armando Díaz.

El sonido de la música llanera no paró en ningún momento. Eran cantos celestiales combinados con la tradición local los que fueron elevados hasta el cielo junto a todas las plegarias y deseos de los creyentes, quienes se dieron la paz y se tomaron de las manos para rezar la oración más importante. «El Padre Nuestro»

Al terminar la misa el padre De Freitas anunció que habría un recital dentro del templo en el que un grupo proveniente de la iglesia La Purísima cantaría para la Santa Madre, a la que pronto regresarán a su altar hasta que nuevamente las fechas de su día se acerquen y sea paseada por las parroquias más importantes del estado para inundar las calles de su gracia y piedad.

Foto: Armando Díaz.



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