Foto: Cortesía Getty Images/Archivo

En Venezuela se han detectado -según cifras oficiales- tres casos de viruela símica, una enfermedad provocada por el virus del género Orthopoxvirus que genera lesiones en la piel (especialmente en cara, palma de las manos, de los pies y genitales) y que ha causado 27.803 contagios y tres muertes en la región de las Américas según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Los expertos concuerdan en que el país está en un momento clave para prevenir que ocurra un brote de esta enfermedad que puede provocar complicaciones como infecciones secundarias, bronconeumonía, síndrome séptico, encefalitis y pérdida de visión por infección de la córnea en población vulnerable como niños menores de seis años, mujeres embarazadas y personas inmunosuprimidas.

En el conversatorio Viruela Símica en Venezuela, organizado por la oenegé Acción Ciudadana Contra el Sida (Accsi), el panel de especialistas insistió en que el Estado debe priorizar la activación de un sistema de vigilancia epidemiológica acompañado de estrategias de prevención para evitar una epidemia.

“Hay una oportunidad única de cortar la transmisión en este momento porque estamos en la fase I”, expresó José Esparza, virólogo y miembro de la Academia Nacional de Medicina. El especialista se refiere a que los tres casos detectados han sido personas que viajaron a países donde hay brotes. Por ahora no hay transmisión comunitaria de la enfermedad en el país.

“La salud pública no es para combatir epidemias, es para prevenirlas. Tener que combatir una epidemia representaría una falla de salud pública. El objetivo es cortar la cadena de transmisión del virus lo más rápido posible y así prevenir dolor, enfermedad, muerte (…) ¿Cuántos casos tiene que haber para comenzar a aplicar estrategias?”, argumentó Esparza.

En el país no hay una campaña de prevención contra la viruela símica focalizada en poblaciones vulnerables, ni un sistema de vigilancia epidemiológica activa desplegado en los 23 estados del país.

“Si no buscamos los casos, no los vamos a encontrar”, señaló el experto.

Poco se sabe del comportamiento epidemiológico de la viruela del mono en el país debido a la opacidad de las autoridades sanitarias y el Ejecutivo nacional. La comunidad científica se entera del avance de la enfermedad al mismo tiempo que la población general: a través de balances publicados en Twitter.

En ese contexto, Esparza insistió en que se deben priorizar las acciones con base en el comportamiento epidemiológico de la enfermedad conocido a través de la experiencia del brote en otros países: La mayoría de los casos se han identificado a través de consultorios de salud sexual en comunidades de homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres.

La OPS aclara que, pese a que la mayoría de los contagios se han dado en esta población, cualquier persona que tenga contacto estrecho con alguien infectado está en riesgo. La enfermedad debe abordarse sin estigmatización ni discriminación.

Urge descentralizar el diagnóstico

Patricia Valenzuela, infectóloga y vicepresidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI), resaltó la importancia de que el Estado refuerce la logística para el diagnóstico de la viruela símica.  Pues solo el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel (Inhrr) puede procesar las pruebas PCR que se utilizan para diagnosticar la enfermedad.

“La logística de diagnóstico no está totalmente clara (…) Las campañas de prevención han sido nulas. En Venezuela hace falta información sobre este tema”, expresó la infectóloga.

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En Venezuela no hay información oportuna sobre el comportamiento epidemiológico de la viruela del mono. La academia pide decretar alarma sanitaria. Foto cortesía.

Valenzuela añadió que, en este momento, es imperativo habilitar espacios de aislamiento en recintos hospitalarios destinados a la atención de personas con síntomas que acudan a los centros de salud para solicitar atención médica oportuna.

“Tenemos que generar la conciencia de que, por ejemplo, aquellas áreas de aislamiento que ya no se usan para casos de COVID-19 porque los números han disminuido, deben reactivarse de alguna manera para poder brindar ese apoyo tanto en hospitales como en clínicas para personas que tengan la sospecha, o hayan estado en contacto con personas con diagnóstico confirmado de viruela símica”, dijo.

Las personas más propensas a contraer el virus deben tener acceso prioritario a información de calidad sobre futuras vacunas y tratamientos para mitigar los efectos de la enfermedad, sobre todo en quienes son más propensos a desarrollar síntomas severos, como las personas que viven con VIH (y demás pacientes inmunosuprimidos), los niños menores de seis años y las mujeres embarazadas.

La OMS no recomienda una vacunación masiva, sino a población con comportamientos de alto riesgo, como los hombres que tienen sexo con hombres.

No hay un fármaco específico para la enfermedad, salvo uno, tecovirimat, que fue aprobado de emergencia por la Agencia Europea de Medicamentos (AEM), pero no hay suficiente evidencia científica sobre su eficacia y tampoco está ampliamente disponible.

Una emergencia de salud pública que Venezuela debe comenzar a tomar en serio

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la viruela del mono como una emergencia de salud pública de preocupación internacional, es decir, que comparte categoría de urgencia con la COVID-19 y la erradicación de la poliomielitis.

Es por eso que la Academia Nacional de Medicina recomendó al Gobierno nacional declarar una emergencia sanitaria en el país para destinar recursos orientados a frenar la cadena de transmisión antes de que los contagios comiencen a ser comunitarios. Además hizo otras cuatro recomendaciones:

  1. Asegurar la transparencia en el manejo de información con el debido respeto a la privacidad.
  2. Reforzar la capacidad para el diagnóstico molecular y el monitoreo genético del virus.
  1. Desarrollar programas de vigilancia epidemiológica activa, incluyendo en las clínicas de infecciones por transmisión sexual.
  1. Comenzar las diligencias apropiadas para garantizar el acceso futuro a antivirales y vacunas contra la viruela del mono (Monkeypox).



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