Las vueltas de tuerca que le está dando el régimen venezolano a la represión, al ir subiendo día por día la brutalidad de las tropas de asalto que componen la GNB y la PNB, no son improvisadas ni van a suavizarse. Constituyen una estrategia consistente con la desesperación del chavismo por seguirmandando, y probablemente han sido diseñadas con la participación de asesores extranjeros, bien pagados con moneda dura, y bajo la supervisión cercana de los compinches cubanos. Los rojos están abiertamente atrincherados en sus posiciones de poder y lo que hagan será para fortificar la defensa de sus privilegios y protegerse de lo que les espera si sueltan al rehén que tienen secuestrado, que no es otro que el país entero (restándolepor supuesto el 10% de lunáticos y enchufados que todavía los apoyan).
La revolución bolivariana comenzó con muchos apoyos. Como una mesa de múltiples patas, tenía apoyo popular, mucho dinero, fuerza bruta, respaldo en el exterior, pocos escrúpulos y unos cuantos socios que, a cambio de unas monedas, le ayudarían a montar los sistemas de control y terror que necesitan todas las dictaduras. Hoy, apenas le quedan la fuerza, la falta de escrúpulos y la intervención de sus panas caribeños. Lo demás se vaporizó: el dinero se lo robaron y lo despilfarraron, el apoyo popular no existe yel gobierno es un paria internacional junto al que nadie –con la excepción de los vividores del vecindario- se quiere tomar una foto.
De su situación actual de desamparo y pobreza (pobreza relativa, porque hay 300 mil millones de dólares en manos de bolichicos y jerarcas chavistas) se deriva la decisión de proteger a sangre y fuego el repele de lo que hasta ahora son sus dominios. De las tres patas que le quedan a la mesa, la fuerza bruta es la única que puede salvarlos y es la única que está enfrentando las protestas, cada vez con más saña y con mayor desprecio por la gente que manifiesta su opinión en la calle.
Una mesa con dos patas se cae. Verdad de Perogrullo. El chavismo sin el soporte incondicional de los militares también se cae. Otra perogrullada. Pero la soberanía, el honor, la patria y todas esas palabras pomposas que le gustan a los de verde oliva no son el fuerte de la Fuerza Armada venezolana. Lo de ellos es quedarse con Venezuela y disfrutar sus golosinas, aunque no puedan ir ni a Cúcuta porque los ponen presos. Y cuando por fin se muden aPionyang, La Habana o Hararetratarán de hacer lo que las fuerzas de Hussein cuando salieron de Kuwait: dejar la tierra arrasada. Si es que la pueden arrasar más de lo que está.