Williams Kaliman Romero (56 años), comandante de las Fuerzas Armadas, pasará a la historia de Bolivia por haber lanzado a Evo Morales la “sugerencia” de que renunciara. Poco después de que este general, rodeado del alto mando militar, apareciera en la televisión con este mensaje, el presidente, despojado del último respaldo que debía tener, abandonó el cargo. Morales ya había perdido previamente las bases de su poder de casi 14 años —entre ellas, la Central Obrera Bolivia, que también le pidió que dimitiera—. Así, en una situación de máxima debilidad, Kaliman le propinó el golpe de gracia.

Lo hizo el mismo hombre que al asumir su cargo en diciembre de 2018 se declaró “soldado del proceso de cambio” —que es como el Movimiento al Socialismo (MAS) llamaba a la transformación que impulsó—. Cierto que aclaró, acto seguido, que esto no significaba que fuera militante del MAS, sino que reconocía los “cambios positivos que había tenido el país” bajo la dirección de Morales. “Por primera vez en la historia nuestra economía es la primera en la región y eso es importante no solo para el Estado, sino para nuestros hijos y nuestros nietos”, dijo en esa ocasión.

Los altos mandos que se sucedieron a la cabeza de las Fuerzas Armadas bolivianas a lo largo de los mandatos de Morales han estado, todos ellos, muy cerca del presidente. Se involucraron en el manejo de áreas completas de la Administración, como la aeronáutica, recibieron apoyo gubernamental para crear empresas propias y, junto con el resto de los efectivos militares, se beneficiaron de una serie de ventajas salariales y laborales, como pensiones iguales al 100% de sus salarios como militares activos.

Ningún trabajador boliviano goza de estos privilegios. La Policía tampoco los compartía, y esta es la razón, entre otras, del malestar interno que estallaría en el motín que la institución policial declaró en pleno conflicto político, el cual acabó finalmente en un jaque mate a Evo Morales.

Ninguno de los comandantes de las Fuerzas Armadas rehusó los procesos de ideologización que impulsó el Gobierno con la esperanza de convertir a la institución armada en “antimperialista”, ni rechazó los ajustes en el uniforme para incorporar la whipala, la bandera indígena, o en el ceremonial para incluir el grito castrista de “patria o muerte, venceremos”. Pero también es cierto que en la crisis de 2008, cuando Morales afrontaba protestas en Santa Cruz y el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez habló de intervenir con sus tropas, los militares bolivianos se plantaron ante el amigo de Morales claramente.

Autonomía de las Fuerzas Armadas

Los últimos acontecimientos muestran que las Fuerzas Armadas bolivianas, a diferencia de las venezolanas, han mantenido un importante margen de autonomía respecto del “proceso de cambio” que se esforzaron por alabar en público. Esto se ha traducido en esta crisis con la mencionada “sugerencia” de Kaliman al ya expresidente, y con la única operación que realizaron los militares durante estos días: vuelos rasantes para disuadir a los grupos de partidarios de Morales que bloqueaban el camino que conecta Potosí con La Paz.

Así, la crisis ha mostrado también que, pese a la creencia generalizada de los opositores, Evo Morales no actuaba como Nicolás Maduro.

El comandante Kaliman, finalmente, no ha sido diferente de los otros “soldados del proceso de cambio” ni tampoco del promedio de los oficiales bolivianos durante los 37 años de democracia. Pero entrará en la historia por su sugerencia a Morales, y tal vez por tener el mismo nombre que un héroe de radionovela de los años cincuenta que sigue siendo recordado en Bolivia: “Kaliman, el hombre increíble”.

Con información de El País




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