“Nunca renuncies a algo de lo que no puedas estar sin pensar ni un día”. Winston Churchill.

Como nación hemos sido sometidos a criminales privaciones y permanentes vejaciones; cada día se nos restringe progresivamente la libertad de acción, la capacidad de aspiración y la voluntad de poder.

Mediante estrategias totalitarias hábil y perversamente diseñadas, para controlarnos por el terror, la coacción o el imparable descalabro económico que hace estragos en la sociedad venezolana, pretende el régimen arrebatarnos la esperanza, pisotearnos la dignidad, que toleremos lo intolerable y que por cansancio y resignación, nos rindamos ante una ineludible e inmodificable realidad.

Ante tanta vileza, el sentimiento general que predomina en la gran mayoría de los venezolanos es el de la impotencia y la desesperanza; y la única alternativa que nos va quedando sería la de tomar la defensa de nuestros conculcados derechos; pues ante la impotencia debemos armarnos de una férrea moral del deber.

Convertirnos en los verdaderos protagonistas del imprescindible cambio que el país anhela y merece. Sin embargo, también nos encontramos con ciertos sectores de la oposición que contribuyen al cansancio generalizado. Aceptan las reglas de juego que impone el régimen.
Se diría que le facilitan el juego.

Podemos seguir quejándonos de lo injustas que son las reglas del juego o jugar mejor que ellos, ganarles en su propio juego y cambiar las cosas de verdad, pues en fin de cuentas, somos responsables de nuestro pasado, pero lo somos aún más de nuestro propio futuro.

La esperanza y la unidad son las únicas alternativas posibles para seguir escapando del pesimismo que confunde, desgasta y paraliza. La pérdida de la actitud crítica, de la capacidad de protesta, resulta lo más nefasto para nuestra sociedad en tan apremiantes momentos. Por eso, de la capacidad de resistencia, de la rebeldía inteligente, de la imaginación crítica y de la confianza en nuestros amigos de esos partidos tan golpeados por la maldad que no sólo destruye a los enemigos políticos, sino que orquesta cualquier trapisonda electoral con la finalidad de legitimar su atornillada usurpación. Tan solo enfrentando unidos al régimen y sus secuaces, lograremos cambiar este marasmo.

Los dramas sociales siempre desembocan cuando la ciudadanía crea su tiempo de reparación y juzga a quienes se olvidaron de su compromiso y su responsabilidad.

Nos permitimos recordar – una vez más – que perseverar es mantenerse constante para lograr lo que se ha comenzado, es persistir cuando las circunstancias indican u obligan a renunciar, es mantenerse firme en una posición cuando los factores de la adversidad señalan la retirada. Es esa actitud que nos anima cuando la meta parece inalcanzable, cuando pensamos que será imposible que tengamos el empeño y las fuerzas suficientes para reiniciar la lucha.

¿En qué podemos contribuir para mejorar estas condiciones del país que nos ha correspondido vivir? Pues comprendiendo que no hay tiempo para tirar la toalla como tampoco es momento para ser pusilánimes, indolentes ni aquiescentes …

Manuel Barreto Hernaiz




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.