Me imagino que el título de mi artículo de hoy, después de que durante casi  veinte años he criticado con respeto, sin insultar nunca a nadie pero  siempre  hablando con espíritu constructivo a esa seudo revolución que Chávez  ha tratado de imponer, primero con un golpe de estado que afortunadamente no tuvo éxito y luego gracias al voto minoritario de un pueblo desesperado (lo votó apenas un 35% del electorado), debe, como mínimo, causar sorpresa. Pues, no se extrañen entonces si  hoy más  que nunca “yo me siento un revolucionario”!

Claro está que cuando hablo de revolución no me refiero a esas transformaciones drásticas del orden social y constitucional de un país que se producen a través de movimentos de fuerza y provocan un cambio radical entre el mundo de la política y los sectores sociales y económicos. En otras palabras, no me refiero a esas acciones violentas y traumáticas que, a cuesta de tragedias y de millones de muertos, como la revolución bolchevique, la revolución maoista o como la misma revolución castrista lo único que han logrado es sembrar odio en un utópico intento de justicia y de igualdad entre los hombres.

Nada de eso! Cuando hablo de revolución, me refiero a esa lucha democrática hecha en el pleno respeto de los derechos humanos y de la libertad para lograr una serie de conquistas sociales que en este país no existen. Me refiero, por ejemplo, a una pensión decorosa para poder vivir decentemente cuando uno no pueda más trabajar, me refiero a una asistencia médica, tanto preventiva como terapéutica para todo el mundo, tanto para los que tienen dinero como para los que no lo tienen, me refiero a un sistema protectivo para los ancianos y para los enfermos.

Cuando hablo de “revolución” hablo de la posibilidad de poder circular libremente por la calle a cualquier hora sin el temor de que  nos vayan a asaltar, me refiero a esas garantías de trabajo fundamentales, sin el miedo de que un gobierno sectario nos pueda despedir porque no compartimos su ideología, me refiero a la posibilidad de poder ahorrar sin el peligro de que lo que hoy cuesta diez mañana cueste veinte y el mes que viene cueste cien porque hay una inflación enorme que el gobierno no sabe controlar. Quiero aclarar que todo eso y más también, desde luego no en forma perfecta pero seguramente perfectible, se ha logrado en la Europa occidental con excepción de la Europa ex comunista.

Y son conquistas revolucionarias porque, sin sembrar odio y sin crear divisiones, sin insurrección armada y, sobre todo sin quitarle la libertad  a nadie, se ha conseguido esa igualdad entre los hombres para que todos, sin distingo de clase o de condición social, pudiesen  disfrutar de esos derechos básicos y fundamentales que representan la verdadera y auténtica dignidad del hombre.

Esa es la revolución que hace falta en Venezuela, sin necesidad de imitar a esa dramática y funesta subversión armada tipo Cuba donde, a través del odio y de la violencia, de la muerte y de la privación de la libertad se están vulgarmente pisoteando desde hace casi sesenta años los más elementales derechos del hombre. Esta es la verdadera revolución que un gobierno realmente democrático, en el pleno respeto de la ley y sin recurrir a bandas chovinistas que, cual lobos disfrazados de ovejas intentan condicionar la vida en un país, puede y debe darle a Venezuela. De ser así  –  y hago votos muy sinceros para que así sea  ¡yo tambien soy revolucionario!

Desde Italia 

 




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