Abastos Bicentenario fue carcomindo por el gorgojo. Foto Rafael Freites

 

Menos de medio centímetro. Eso mide un gorgojo. Un insecto cuya acción en los campos es agresiva. Puede llegar a convertirse en una plaga de efecto inmediato. Acaba con todo. El Gobierno venezolano también tiene especies de este tipo que hacen su trabajo como deben: arrasan con lo que tienen a su paso. No son tan pequeños, son más visibles. Tienen la estatura promedio de un hombre nacido en el país, 1,70 metros, algunos visten uniforme militar y, al menos en Carabobo, comprobaron que son capaces de destruir en horas más de siete mil metros cuadrados entre anaqueles y neveras.

El operativo fue devastador en la Red de Abastos Bicentenario

En eso se tradujo el plan Ataque al Gorgojo que emprendió el Ejecutivo la madrugada del 16 de febrero. La idea era luchar contra elementos de perversión en medio de lo que ha llamado una “guerra económica”. Pero los resultados han sido nefastos. El operativo fue devastador en la Red de Abastos Bicentenario, donde la guerra la ejecutó el Gobierno contra el abastecimiento y se convirtió en la plaga de los 52 establecimientos repartidos en todo el país.

Ese día hubo promesas. Se anunció una reestructuración del negocio manejado por el Ministerio de Alimentación desde la expropiación de Hipermercados Éxito en enero de 2010, y mejorar el abastecimiento de rubros prioritarios. El incumplimiento predominó, junto a los detenidos: 49 en total, tres en Carabobo. Solo se logró acabar con las largas colas que se hacían desde la noche anterior, pero no se hizo con anaqueles surtidos sino vacíos. Ya no hay nada que comprar.

Acentuado desabastecimiento en Abastos Bicentenario

NUEVE MESES SIN COMIDA

La ruta que cumplía cada martes Carmen Ceballos cambió hace nueve meses. Ya no se detiene a la 2:00 a.m. en el abasto Bicentenario de la avenida Bolívar, cuando inicia su recorrido semanal controlado por el terminal de su número de cédula. Sigue su camino desde Los Bucares hasta otros establecimientos. Ella no es la única que lo hace. Las más de siete mil personas que acudían a diario al lugar también lo excluyeron de su lista de sitios a visitar en su intento por luchar contra la escasez. Los anaqueles han permanecido vacíos desde entonces.

Al establecimiento ya no llega mercancía. Tres meses antes del Ataque al Gorgojo los despachos ya habían caído. Solo el 35,71% de la demanda era cubierta para el momento del operativo. Al menos cuatro mil 500 personas al día salían de la sede principal de Valencia con las manos vacías.

era necesario al día 48 toneladas de pollo, pero solo llegaban, hasta enero, entre cuatro y cinco

Para cubrir los requerimientos de los clientes era necesario al día 48 toneladas de pollo, pero solo llegaban, hasta enero, entre cuatro y cinco, lo que es igual a un déficit de 91,67%. Estos números se replicaban casi de manera idéntica en el resto de los rubros. Las neveras en el lugar están apagadas. Tienen tres años así. La cadena de frío se dañó y no ha sido reparada. No hay carne, pollo, verduras, frutas, vegetales ni charcutería.

El impacto se reflejaba de manera evidente en las ventas que pasaron de cuatro millones de bolívares diarios a dos millones.

Pero después de la intervención de funcionarios militares y del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), esas cifras se tradujeron en cero. Los anaqueles han sido surtidos con artículos del hogar, desinfectantes, aderezos, cereales dietéticos y ropa. No hay comida, por eso tampoco hay cola. El gorgojo arrasó con todo.

VECINOS SALPICADOS

En marzo de 2006 las oportunidades de negocio en Carabobo crecieron. 59 locales comerciales más una feria de comida de 12 restaurantes fueron inaugurados en el Centro Comercial Espacio La Ceiba. Su ubicación es privilegiada: la avenida Bolívar Norte de Valencia. Y desde que sus puertas abrieron los clientes entraban y salían en masa. “Era una buena época”, recuerda uno de los gerentes de la administración privada.

En promedio ingresaban al día más de 15 mil personas al lugar donde además del Hipermercado Éxito funcionaba una farmacia, zapaterías, tiendas infantiles, peluquerías, librerías, perfumerías, locales de ropa femenina y masculina, floristerías, venta de celulares y tecnología, tiendas de regalos y un cafetín muy reconocido en la ciudad, además de franquicias importantes de alimentos.  Lucía Aguillones ha sido una de las pocas sobrevivientes con su negocio de carteras desde hace 10 años. Ya no tiene empleadas porque tampoco hay clientes. Y ha visto el deterioro del centro comercial con los ascensores dañados y las escaleras mecánicas funcionando parcialmente.

Lo mismo sucede con la electricidad y otros servicios como la vigilancia. Julio Peñalosa, dueño de un local donde repara celulares, adjudica la merma de consumidores a la inseguridad. El estacionamiento para el que había que hacer una larga cola para poder entrar está siempre vacío. “A la gente le da miedo ser robada”. El cambio que dio el supermercado al convertirse en Bicentenario se reflejó de manera automática en el resto de los establecimientos del lugar.

Empleados de Abastos Bicentenario protestaron por detenciones

POLÍTICA DE DESPIDOS

De pronto los anaqueles se llenaron. Fue una sorpresa tras cuatro meses de un abastecimiento insuficiente e intermitente. Pero justo dos días antes del operativo Ataque Al Gorgojo del Sebin, un cargamento de cuatro toneladas de alimentos llegó al Abasto Bicentenario de la avenida Bolívar, donde tres empleados fueron detenidos bajo el argumento de acaparamiento que los trabajadores desmintieron.

El viernes 12 de febrero fueron avisados de la llegada de la mercancía. El sábado la recibieron y el domingo en operativo especial se surtió el supermercado. “Los anaqueles estaban full, todo bonito y era parte del plan de los funcionarios que un día después llegaron con su operativo”, recordó un trabajador.

El gerente, Antonio Hernández, el administrador, Gerardo López y el secretario general del sindicato, César Correa, fueron detenidos. Ellos habían denunciado días atrás a la coordinadora de Bicentenario de El Trigal, María Gabriela Zaricha, por estar presuntamente inmersa en actos de corrupción. Pero esa funcionaria renunció a su cargo ante el Ministerio de Alimentación el jueves 11 de febrero, de manera oportuna antes que la operación Ataque al Gorgojo llegara a la ciudad y se iniciara una escalada de despidos que no ha parado, han sido firmados por el coronel José de Freitas, presidente de la red, amparado en el decreto 2245 que establece la reestructuración de los supermercados. En la sede de la avenida Bolívar de Valencia la nómina se ha reducido en 26,19%, al pasar de 433 a 317. Los 87 trabajadores de El Trigal fueron liquidados y el establecimiento clausurado. La cifra nacional es de más de cuatro mil despidos.

 

MÁS PRESUPUESTO Y MENOS ALIMENTOS

Pero el Gobierno no ha dejado de inyectarle dinero a la red. Según el informe de Memoria y Cuenta del Ministerio de Alimentación en 2015 se contó con 44 mil 368 millones 23 mil 382 bolívares. Este año el monto se incrementó en 68,44% al pasar a 74 mil 735 millones 505 mil 470.

El efecto se siente de manera directa en la cantidad de beneficiarios de la red

Lo que ha caído notablemente es la distribución de alimentos. En 2014 se contó con 206 mil 127 toneladas (TN), mientras que en 2015 el número cayó a 193 mil 510 TN, 6,12% menos. Los despachos de la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (CASA) también mermaron de 67 mil 357 TN a 40 mil 314 TN en los últimos dos años, 40,15% menos. El efecto se siente de manera directa en la cantidad de beneficiarios de la red, al pasar de dos millones 827 mil 442 personas en 2014 a dos millones 394 mil 115 en 2015, 15,33% por debajo.

Fue una misión cumplida. Claramente los gorgojos del Gobierno hicieron su trabajo. Los Abastos Bicentenario se convirtieron en el campo de una plaga que acabó con ellos y no con la “guerra económica”. También arrasó con las colas en sus puertas, pero no con el desabastecimiento. La soberanía alimentaria sigue sin consolidarse.




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