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¿Qué voy a comer mañana?, ¿cómo pagaré el colegio? Este es el día a día del venezolano común. Pero, ¿dónde van a parar estos pensamientos?

Para esta pregunta si hay respuesta. Cinco años atrás: 31 de cada 100 venezolanos sufría de depresión o ansiedad por la crisis sostenida del país. Hoy: 70 de cada 100. Se refleja en los estados de irritabilidad y de preocupación de las caras que nos topamos en la calle. La salud mental del venezolano colapsa.

Son cifras extraoficiales. Desde el 2012, el Ministerio Popular de La Salud no reporta estadísticas. Son números extrapolados de diversos estudios, como el del doctor José Miguel Pérez y de Néstor José Macías, expresidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, quienes junto a un grupo de especialistas realizó un estudio longitudinal en el que encontraron resultados críticos: En estos últimos años aumentaron en un 71% las enfermedades mentales en Venezuela. Prevalece la ansiedad, seguida de la depresión, según Norbey Marín, psicólogo clínico.

Muchas personas creen que la salud mental es la ausencia de patologías. Y no siempre es así. La Organización Mundial de la Salud la define como ese estado en que la persona encuentra bienestar en sí mismo. Y a través de ese bienestar se hace consciente de todas sus capacidades para poder trabajar y producir de manera fructífera, para poder brindar un apoyo a su comunidad y sociedad. “Es esa conciencia de poder enfrentar los problemas de la vida cotidiana de manera natural y espontánea”.

-Somos una unidad biológica, psicológica y social y nuestros padecimientos nos conectan integralmente. Esto afecta nuestro estado de ánimo a través del estrés crónico. Un estudio de la Federación Venezolana de Psicólogos apunta que ya la mayoría de los venezolanos lo padece. Y se manifiesta a través de la depresión y de los trastornos de ansiedad, los cuales en el tiempo desencadenan trastornos de personalidad, estados psicóticos y trastornos de bipolaridad, que afectan a la persona, a su entorno familiar y laboral.

Y es que cuando se afectan nuestras seguridades básicas, se activa en los seres humanos lo más primitivo, como la agresividad o la violencia: Padres que llegan gritando a sus hogares o educadores que lo hacen en los colegios.

¿Y qué diferenciará a estas personas, de esa minoría que ha podido soportar la crisis? “Las fortalezas emocionales. Aquellos con alta autoestima, capacidad de resiliencia, de abrirse frente a los problemas, su manera de conectarse con el mundo que les rodea para buscar apoyo y ayuda, tienen mayores recursos para afrontar el problema. Aquellos que se aíslan, que no la afrontan sino que la evaden, terminan en la desesperanza, en la angustia. Es cuando desarrollan estos cuadros de estrés, de depresión y ansiedad”.

Las fortalezas son el resultado de esa experiencia familiar y cotidiana, su formación académica, inclusive su temperamento y estructura de personalidad. Una persona que venga de un ambiente de maltrato, de miseria, de poca formación, de poca esperanza y en el que exista poco estímulo, será una figura vulnerable frente a esta atroz situación. Pero, aquella que provenga de un ambiente de unidad, del trabajo en equipo, donde el papá siempre le ha enseñado que frente a las caídas y dificultades hay que levantarse, echar hacia delante, es una persona de alto calibre.

Las repercusiones del primer grupo son bastante complejas. Tienen que ver con el ámbito personal: esa persona comienza a tener problemas para integrarse en su mundo cotidiano. Padece malestar y en algunos casos se incapacita cuando tiene un trastorno severo y no puede ni siquiera trabajar ni atender a su familia. Cuando es así, su vínculo inmediato que es su familia, comienza a buscar apoyo para sacar a esta persona de esta situación.

 

MOMENTO DE ACUDIR AL ESPECIALISTA

Cuando la persona se da cuenta que su mundo comienza a afectarse: no está comiendo ni durmiendo bien, entra en un estado de desesperación y angustia, ataques de pánico y empieza a tener conciencia que está padeciendo y sufriendo, es hora de que acuda en búsqueda de apoyo psicológico y hasta psiquiátrico. Muchas veces la persona no se percata y no toma conciencia de su enfermedad. El papel de los familiares y de las personas que le rodean es orientarlo y canalizar la ayuda psicológica o psiquiátrica, según sea el caso.

Las características del venezolano han venido cambiando, según diferentes estudios. El ciudadano de hace 20 años atrás era muy diferente, la solidaridad está disminuyendo. Eramos vistos como uno de los países con las personas más felices del mundo. Ahora cada quien  se centra en sus necesidades inmediatas. “Lamentablemente no puedo compartir con el otro, porque ¿quién cubre mis necesidades?”. Y es que las crisis hacen que nuestras características primitivas salgan a relucir, por lo que vamos a encontrar en la calle personas que en vez de responder al saludo, andan irritables, molestas, preocupadas.

En medio de esta crisis, el psicólogo Marín está convencido que se debe buscar oportunidades para esperanzarse y enriquecer la estructura psicológica.

 

¿COMO LOGRARLO? DECÁLOGO

La Red de Apoyo Psicólogico de la Universidad Central de Venezuela y la Federación de Psicólogos de Venezuela elaboraron un decálogo para dar cara a esta situación:

*Evite seguir el juego a políticos o líderes que acepten, utilicen o aprueben lenguaje o actos violentos. Ejerza su derecho a expresarse sin causar daño a otros, ni a la planta física, ni al ambiente.

*Reduzca su exposición a programas de TV, prensa o mensajes electrónicos que contribuyan a la confrontación violenta, o la propicien en contenido o intención.

*Privilegie los aspectos positivos que caracterizan nuestra identidad como venezolanos, en las relaciones con las otras personas: la solidaridad, el respeto, la hospitalidad, el buen humor, la generosidad, la tolerancia, entre otros.

*Preserve o rescate sus espacios de intercambio más cercanos: familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo, vecinos. No permita que las diferencias políticas lesionen sus vínculos o quebranten sus afectos.

*Rescate la reflexión crítica como individuo y no se permita solidaridades automáticas, emocionales, u obedientes no deliberantes.

*Respete la diversidad, la opinión de los otros, la pluralidad y acepte que siendo distintos podemos funcionar en convivencia. Ser tolerante no implica ser débiles, sino permitirnos convivir en respeto aunque no siempre pensemos o sintamos igual.

*Impida hacer de la política su único o principal tema de conversación. No la descalifique, pero no la privilegie.

*Renuncie a los odios y discrimine la información que recibe.

*Proteja de esta confrontación a las próximas generaciones. Procúrese espacios y momentos libres de temas políticos por el bien de los suyos y de usted.

*Sea cuidadoso con los temas que conversa con otros adultos en presencia de niños. Aunque no menosprecie su capacidad de compresión, trate de mantener a los niños fuera de la diatriba política.




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